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francisco / andrés / gallardo

Moteados

JOSÉ Mota lo tuvo que pasar mal en Mediaset. Ni trataron bien a su programa de humor ni encontró cariño para sus proyectos. Estaba deseando desligarse y volver a La 1, a la cadena donde estaba calentito, con sus viernes y sus nocheviejas, donde se crió con Juan Muñoz y donde fue creciendo desde sus imitaciones de Butragueño y Eva Nasarre hasta las de Rajoy y Rubalcaba. Exportado a Telecinco se halló fuera del tiesto. Ahora, decíamos ayer, trae en el cargamento a Pablo Iglesias y a su compadre Monedero, a Gloria Serra y a Chicote. Mota presenta cosas nuevas pero no muy diferentes a las que José nos ha solido presentar. El público, como él sabe, le pide que siga haciendo lo mismo pero con rostros diferentes. Se han quedado en el baúl la saga del Tío de la Vara y de La Vieja del Visillo, el mancheguismo se concentra sin caricaturas concretas y sin cansinos históricos y fauna así. El cómico ha aparcado los clichés costumbristas y vuelve a andar sobre el gag urbano y, sobre todo, por la parodia de la televisión. Los mejores sketches de la primera entrega de la serie, continuación natural de lo que ya vimos en la pasada nochevieja (sí volvió a ser lo mejor, y lo menos refrito de aquel 31 tan cachondeable), fueron las imitaciones de los programas de la competencia. Salvados, Pesadilla en la cocina o El objetivillo. Ah, y los inmigrantes madrileños huyendo en barca a Berlín. Remedos sin sangre, bromas políticas sin colmillo, cosquillas a través del absurdo y de la hipérbole. Mota no cae bien a todo el mundo, pero nadie le puede negar esfuerzo en la composición y le tendremos que aceptar que se empeñe con los números musicales.

Ha regresado el rey blanco de los viernes. Tendrá casi imposible mantener el tipo todas las semanas y presentar sorpresas que golpeen. Al cabo de las entregas muchos gags están condenados a la reiteración, como el perfume que nos embriaga el primer día y que ya no notamos al cabo de los meses. Mota necesitaba volver a La 1 y La 1 lo necesitaba a él aún más. Los espectadores... más o menos.

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