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La esquina

josé / aguilar

Nadie concede a nadie

PEDRO Sánchez acabará de consumir esta semana su rato de gloria. Un rato largo, ciertamente, pero abocado a concluir a fecha fija, la que delimitará, en dos votaciones consecutivas, el rechazo a su investidura. Ni mayoría absoluta ni mayoría simple.

Su saldo, no obstante, es positivo. En primer lugar, lo ha intentado. No como otros: Rajoy declinó su derecho a intentarlo, que también era obligación política, y Pablo Iglesias lo intentó demasiado (no la investidura, sino hacerse con el poder real). En segundo lugar, vistió una derrota electoral sin paliativos con los ropajes de una oportunidad histórica. Por último, no alcanzó el propósito colectivo, pero sí el suyo personal: ser el candidato en las inevitables elecciones generales. Eso se lo ha ganado.

¿De verdad es inevitable la repetición de las elecciones? Lo cierto es que las posibilidades de evitarlas y salir del atolladero actual se antojan cuasi milagrosas. Por una sencilla razón: cualquiera de ellas supone para su protagonista hacer concesiones no sólo importantes y graves, sino directamente dañinas para sus intereses partidistas (ojo, que éstos son los que los mueven más que cualesquiera otros).

Veamos. Si Podemos se abstuviera en la segunda votación, el pacto PSOE-Ciudadanos sería suficiente para que Pedro Sánchez lograra la presidencia. Pero los podemitas arruinarían, quizás para siempre, su auténtico objetivo, que es merendarse los restos de IU y sustituir al PSOE como referente de la izquierda nacional. No lo van a hacer ni hartos de vino.

Segunda hipótesis. Si el que se abstuviera en segunda votación fuera el Partido Popular -por sentido de la responsabilidad, como castigo por la inacción de Rajoy, por la propia moderación del programa negociado entre Sánchez y Rivera-, despilfarraría su condición de partido más votado, defraudaría a siete millones y pico de electores y consolidaría el liderazgo de su mayor adversario. Un mal negocio.

Sólo hay una rendija posible en este panorama de estancamiento y obstrucción: otro candidato del PP, ajeno a la corrupción y capaz de reconstruir los puentes con Ciudadanos derribados por Rajoy, que buscase la abstención de un PSOE convencido de que los nuevos comicios no le harían vencer al PP. Chocaría, en todo caso, con el mandato del comité federal socialista: no dejar gobernar ni a Rajoy ni a nadie del PP.

Y chocaría, antes, con un obstáculo más grave: ¿quién del PP se lo dice a Mariano?

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