PARECE que fue ayer, pero es que ha pasado muy poco tiempo de la ida para que esta vuelta de hoy en la Riera Blanca barcelonesa nos coja desprevenidos. Segundo Día D en esa galaxia tan suya que polarizan Madrid y Barça y no son rescoldos los que dejó el primer asalto, sino un incendio pavoroso que ha ido incrementándose así que han ido cayendo hojas del almanaque. Siete hojas como siete soles para que esta noche nos demos de cara con el asalto definitivo que clarifique las cosas en esta Copa del Rey que tinta de azulgrana. Siete hojas en las que ha sobrevolado el fútbol del Barça y los modos de Pepe, un tal Pepe bochornoso.

Parte el Barça como favorito indiscutible por lo ocurrido en la ida y en tantas idas y venidas como contempla el fútbol según el ideario de ese duelo tan desigual que libran Guardiola y Mourinho. Pep y Mou para el gran público protagonizan modos y formas muy diferentes, pues si el primero es el fútbol envuelto en seda, el portugués representa todo lo contrario, como si la seda no sólo no estuviese sino que ni se le esperase en su particularísimo día a día. Es más, si Pep gana mucho y respeta siempre, Mourinho sólo gana cuando no juega contra el Barça y rara es la vez que se para a respetar personas, símbolos, cosas o instituciones.

Y bajo esas premisas saltarán esta noche a la pradera del Camp Nou bajo el atronador himno barcelonista para visar el pasaporte a unas semifinales donde, más que posiblemente, esperará el Valencia, que es el líder indiscutible de esa otra Liga que se juega en este país aparte de los dos colosos. ¿Favorito? Todos damos al Barça, pero el fútbol lleva en su valija una carga azarosa que es lo que le hace ganar en atractivo. Quiere decir que como siempre puede pasar lo inesperado en los seis mil metros cuadrados largos de un campo de fútbol esperemos a que sea medianoche para saberlo. Para saber quién pasó y para desvelar si hubo algún otro Pepe por medio... o el mismo.