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francisco Correal

Los Oscar

FERNANDO Trueba recibió el Oscar de Hollywood en 1994 por Belle Epoque. Cuenta en su Diccionario de Cine que en la gala dijo su nombre Antonhy Hopkins y lo felicitaron Clint Eastwood y Paul Newman, lo cual es mucho más excitante que recibir un Oscar. También relata que al día siguiente Billy Wilder le contó que la gente se santiguaba al pasar a su lado porque en su discurso, al confesar que le gustaría creer en Dios para dedicárselo, Trueba dijo que sólo creía en Billy Wilder. Ese mismo día Jack Lemmon le dejaría la llave de su apartamento.

Hay un actor de Trueba al que le dan el Oscar todos los años. Se llama Óscar Ladoire y se trata del caso de comicidad urbana más desaprovechado del cine español. El otro día vi su nombre en los títulos de crédito de una telenovela y pensé dedicarle estas líneas para felicitarlo por tener más Oscar que Ben-Hur y El último Emperador juntos.

Óscar Ladoire compartió con Antonio Resines, el nuevo presidente de la Academia del Cine español, la película Ópera Prima. La ópera prima de Fernando Trueba, al que los cinéfilos conocían por sus críticas de cine en El País y por dirigir la revista Casablanca. Este juego de palabras con la prima a la que Ladoire encuentra en el metro de Ópera dio pie a una divertidísima comedia madrileña de 1980, precisamente el año elegido por el equipo de La Isla Mínima para contextualizar la trama de su película y convertirla en un Furtivos marismeño y tardofranquista. El año más largo del siglo XX, porque empezó el 1 de enero de 1980 y terminó el 23 de febrero de 1981, hace justamente 34 años.

Fue una de las mejores películas de Trueba, con el personaje de Marisa Paredes y la creación prodigiosa del señor de los ruidillos, espectro ridículo que resultó ser una profecía de la posterior sacralización de la trilogía de Tolkien. Una estación de metro, unos pillos en plena movida madrileña y la hermana pequeña de Ángela Molina. Vi a Óscar Ladoire muchos años después, en una fiesta campera que el festival de cine Iberoamericano de Huelva le dedicó a José María Forqué en la finca del Litri. Nunca entendí por qué el cine español se permitió el lujo de prescindir de ese humor afrancesado hasta en su apellido de Óscar Ladoire. Fue la primera gran película sobre la prima de riesgo.

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