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Jesús Alba

Pedradas a las vidrieras

COMO la despedida de un célebre personaje de dibujos animados de nuestra época -o de la mía-, llegado a este punto, uno entona aquello de "¡no se vayan todavía, que aún hay más!". Porque no lo duden, habrá más. Ha quedado suficiente constancia de que el deporte preferido en el Sevilla ya no es el fútbol, sino la patada a un vestuario pelín distraído en el culo de Campaña. Y Míchel dejó pasar ayer la oportunidad de zanjar el tema y de mostrar en el caso de las veladas críticas que recibe el canterano la misma mala memoria que cuando le preguntaron sobre a quién tenía previsto poner de portero si Javi Varas no se va a la cama con fiebre en San Sebastián.

Por desproporcionado, por antiguo y porque sale de las entrañas mismas del club, me resulta ya grave y tremendamente injusto que un jugador de 18 años reciba los latigazos del patrón para aplacar una revuelta. Si es ése el fin último, se corre el riesgo de que los culpables acaben riéndose del jovenzuelo y el diamante, en vez de ser pulido y engastado en oro como se merece, acabe antes de tiempo en el fondo del estanque.

Si el fin es otro, habla muy mal de una sociedad que se precia, no sólo de tener una de las canteras más prolíficas de España (aunque infrautilizada), sino de la funcionalidad y coordinación de todas sus áreas.

Si en innumerables ocasiones no ha importado desafiar la tempestad y sacar la cara y el pecho por futbolistas que han hecho de todo -y cuando digo de todo, digo de todo...- en esta ciudad, resulta llamativo lo vacía que está la silla de la sala de prensa cuando hay que defender a un canterano. Y más llamativo todavía que se fomenten chismorreos para justificar que no tengan sitio en una plantilla o en un equipo donde sí lo tienen las "oportunidades de mercado".

Sin querer comparar jugadores, porque para empezar Campaña no se me parece en nada a Francisco, uno hace memoria y se asusta del ambiente que habrá en la carretera de Utrera para que últimamente todo el talento que amenaza la titularidad de una inversión de la secretaría técnica tenga un problema de conducta o de actitud. No doy nombres, pero de los últimos no hay quien se haya salvado de algún tirón de orejas público si procedía o algún chisme en privado si convenía más ese camino.

Acaba de llegar y a lo mejor es injusto señalarlo a él, pero Míchel, en la segunda vez que habla del tema, en lugar de coger otra piedra debió proteger a su futbolista en, junto al palo, esa parte esencial de la labor de "padre" que él mismo ha dicho que será en el Sevilla.

Porque aquí lo preocupante no es que se tiren piedras contra las vidrieras, sino que se tiren desde dentro de la Catedral.

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