CAMBIO de perspectiva para varios días. Dejamos el paisaje urbano, casi sin lontananza, en beneficio de otras miras más lejanas, con la mar océana y el cielo uniéndose con el agua en una línea del horizonte ciertamente remota. Y desde ya, la incógnita principal reside en a ver quién gana la batalla, que en este edén tiene un papel de protagonismo indiscutible el viento. Tanta preponderancia la de Eolo por aquí que una molestia como es el viento cuando se huracana se ha convertido en una provechosa fuente de riqueza. Y lo mejor de este cambio de horizonte está en cómo se le da largas a la rutina y a lo de un más de lo mismo que forma parte del programa diario. De Rioja a La Barrosa y tiro porque me toca, pinares y yodo, Sancti Petri a estribor según se mira hacia un horizonte tan distinto al del resto del año, en la variedad está el gusto, levante, poniente...