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El Pregón de Fernando Cano-Romero

SABES, Fernando, que hoy es el día en el que se reparará una injusticia. Lo sabes, pero nunca lo vas a decir, porque nunca has confundido la justicia con la soberbia y siempre te has limitado a defender tus derechos. Dicen que el tiempo todo lo borra, incluso los rencores y las cobardías. Pero el tiempo, que nos sobrepasa, no pasa en vano, deja sus huellas, también sus castigos. Y lo de hoy, tu Pregón de la Semana Santa de Sevilla, llega, pero llega con 25 años de retraso.

Hoy dirás, Fernando, el pregón que nunca has podido. Es seguro que no lo dirás en contra de nadie. Es seguro que hablarás como siempre, con palabras que te salen del corazón, más que de la garganta, que no necesitas escribir; no porque hables de memoria, como si fuera una historia ya sabida, sino porque basta dejar que fluya lo que sientes y que nos llegue a través de tu voz. Si has tenido que cumplir los trámites formales ha sido por no contravenir los ritos. Pero también es seguro que la misma noche del nombramiento, tú hubieras podido decir un Pregón de la Semana Santa de Sevilla, de corrido, sin ningún papel.

Fernando Cano-Romero siempre ha sido el mismo cofrade. El que busca la Esperanza reflejada en los ojos de la Macarena; el que un día se presentó a hermano mayor; el que estaba recientemente, un día del septenario, en un banco de la última fila de la basílica, como un hermano más, siendo ya el pregonero. El mismo que nunca ha renegado de ser jerezano, a mucha honra; el mismo que nos ha llevado a muchos cofrades desde Sevilla a la capilla de los Desamparados, sede de su Hermandad de la Coronación de Espinas, ante la Virgen de la Paz en su Mayor Aflicción, para que entendiéramos por qué él siempre ha sentido esa devoción que le devolvía, una y otra vez, de Sevilla a Jerez y de Jerez a Sevilla, para llenarse de Paz y Esperanza.

Hay quien dice que este año el Consejo ha buscado un pregonero seguro, pero se callan que pudieron tenerlo mucho antes. Ahora, en este día, algunos pensarán que es lo de menos, que ya se ha saldado una deuda. Yo recuerdo una noche en el Salvador, en aquel Pregón de las Glorias de 1985, cuando hubo un desprendimiento de una cornisa, que obligó a suspender el acto durante media hora. Y aquel arranque que tuvo Fernando Cano-Romero, sin papeles, a corazón abierto, contando un milagro del Cristo del Amor y el Señor de Pasión que había ocurrido unos minutos antes.

Ahí empezaste, Fernando, a dar el Pregón de la Semana Santa de Sevilla. Pero luego llegó la interrupción, que nos privó de oírte. Hoy es la continuación de aquel Pregón, que ya se llevó el primer aplauso hace más de 25 años.

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