TIEMPO El último fin de semana de abril llega a Sevilla con lluvia

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Propuestas para que Sevilla abrigue mejor fiestas siempre al albur de la lluvia

ABRIL es mes de chaparrones en Sevilla. En Semana Santa y en Feria, si llueve durante dos o tres días, su enorme potencial se reduce a la mínima expresión. Algunos de esos días señalados se despiertan en Sevilla 50.000 turistas en hoteles y apartamentos, y más de 100.000 en casas de amigos. Todos se merecen que, haya sol o toque sacar los paraguas, dispongan de más reclamos y lugares adonde ir en una ciudad que en sus grandes fiestas no piensa en ellos. He aquí varias propuestas:

Ni en los bares ni en los restaurantes hay una acción de marketing que ponga en valor novedades culinarias o tradiciones gastronómicas con autoría. Renuncian a todo protagonismo haga sol o llueva, renuncian a la creación de marca.

El común de los comerciantes tampoco se estruja el magín para montar campañas especiales que sean conocidas por los turistas y les animen más a entrar en sus establecimientos. Incluso con días y horarios especiales de apertura. Ni tampoco se organiza un mercado de productores con encanto, como el navideño de artesanía en Plaza Nueva. La parte alta del Paseo Marqués de Contadero y la Alameda son lugares a tener en cuenta para acciones de ese tipo.

Ambas semanas son el momento ideal para iniciar al fin la experiencia, tantas veces prometida y nunca realizada, de invertir en un plan de apertura especial (con cicerones y vigilancia) para visitar los templos que suelen estar cerrados: San Luis, Santa María la Blanca, Santa Ana, San Bartolomé,...

Igual que se inventó la hermosa Exhibición de Enganches, sin la que ya no se entiende el domingo previo a la Feria, urge dar cabida a otros eventos, para el último fin de semana, pensando en quienes son más festeros que feriantes. Uno en la Plaza de España y otro en el Palacio de los Deportes.

A medianoche de cada Sábado Santo podría hacerse un concierto de los campanarios de Sevilla como el que entusiasmó en el otoño de 1990 al ritmo de Amare Mariam, de Llorenç Barber, mientras la Virgen del Valle regresaba coronada desde la Catedral hasta la Anunciación. Incluso con paraguas se disfrutaría.

La Federación Sevillana de Coros podría dar, en los días y horas más convenientes, conciertos de música coral religiosa en iglesias como las de San Alberto o el Santo Ángel, de las que no salen cofradías. Lo mismo cabe decir de conciertos a cargo de la Banda Sinfónica Municipal.

Las corridas de toros y el circo de animales no pueden ser los únicos espectáculos. Hay que buscar fórmulas para tener abiertos los teatros Lope de Vega, Maestranza y el nuevo auditorio de la SGAE. Ya sea con Pasión Vega, con Miguel Poveda, con El amor brujo de Falla, Ullate y la Sinfónica, con El Canto del Loco o con Les Luthiers.

Estas y otras propuestas no suponen un lastre para las fiestas y su esencia si se celebran con sol radiante. Al contrario, ayudan a mejorar el grado de satisfacción del visitante, su opinión sobre la ciudad, y el dinero que se gastan aquí porque se lo pasan bien llueva o no, quepan o no allí donde los sevillanos viven sus ritos. Creo que representan a una ciudad con espíritu de liderazgo que no está de brazos cruzados hablando del tiempo.

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