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Fragmentos

Juan Ruesga / Navarro

Provisional

CUANDO algún amigo nos enseña su casa, en algún rincón o habitación nos detenemos a observar los objetos o muebles que tiene colocados. Entonces surge la frase: "En eso no te fijes, que es provisional". Casi siempre, cuando volvemos al cabo del tiempo, esos cuadros sin colocar o cajas de libros sin abrir, siguen en el mismo lugar y estado que las vimos la primera vez. Nuestro amigo cierra la puerta, nos invita a continuar y comenta: "No he tenido tiempo. Casi me gusta así. Es más espontáneo. ¡Qué aburrido tener todo ordenado y en su sitio!". Y casi nos convence. Porque en nuestro interior recordamos algún rincón por ordenar de nuestra vivienda o lugar de trabajo que también hemos montado de forma provisional.

Lo provisional, lo transitorio o temporal, tiene la aureola de eficaz en los primeros momentos. Una solución rápida, sin mucho costo, que resuelve un problema y que va a permitir estudiar y elaborar la solución definitiva sin urgencias. Pero la experiencia nos dice que lo que no está resuelto desde su inicio, difícilmente lo estará más tarde. En Sevilla sabemos bien que la palabra provisional está ligada a algunos de nuestros edificios públicos. Mercados que han estado con el rótulo de provisional en la puerta durante décadas. Juzgados que se colocan en sedes provisionales alquiladas durante años y años, a la espera de la Ciudad de la Justicia. Oficinas de distintas administraciones, en estado precario, sin las instalaciones adecuadas, porque es una sede provisional. Así pueden ustedes recordar casos diversos.

Ahora tenemos un nuevo mercado provisional. El de la Estación de Cádiz. En mayo de 1999, el Ayuntamiento de Sevilla firmó un convenio con Renfe para situar de forma provisional los puestos del Mercado de la Puerta de la Carne, en tanto este se restauraba y acondicionaba. Lo que fue una solución rápida y eficaz, para mantener el negocio de los placeros y cubrir las necesidades del barrio, se ha ido alargando y alargando, y ya van doce años. Construida por la Compañía de Ferrocarriles Andaluces y diseñada por el ingeniero Agustín Juberd, la Estación de Cádiz es uno de los edificios nobles de la ciudad de principio del siglo XX, con una importante y característica marquesina de hierro y cristal. La cercanía de la estación al recinto de la Exposición Iberoamericana de 1929 la convirtieron en una de las entradas principales de la ciudad y en el centro del barrio. Estuvo en uso hasta finales de los años 80, cuando las reformas urbanísticas realizadas en la ciudad con motivo de la Exposición Universal de 1992 centralizaron los servicios ferroviarios en la nueva estación de Santa Justa, más alejada del centro de la ciudad (http://sites.google.com/site/estaciondecadiz/).

Y ahora no está resuelto su futuro. Los placeros quieren quedarse. Hay quien propone un uso cultural, como recinto de exposiciones. Hay quien propuso una instalación deportiva. ¿Por qué pasa esto? Quizás haya una razón para ello. Si lo opuesto a lo provisional es lo definitivo, ¿será que no nos gustan las soluciones definitivas? No lo creo.

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