Visto y oído

Antonio / Sempere

Raúl Alda

RAÚL Alda siempre está ahí. Su voz es omnipresente. Marca de la casa. Es posible que a bote pronto algunos no le identifiquen, pero si les digo que es quien se encarga de realizar los comentarios introductorios de las películas incluidas de lunes a jueves en El cine de La 2, seguro que han caído. Raúl también está en Días de cine, donde lo ha sido todo, alma, cuerpo y cómplice de todos los que han pasado por allí. No saben ustedes cómo. Su voz, en ese sentido, es la voz. Sin aspavientos ni engolaminetos gratuitos. Es la voz a la manera de las de Fernando Pieri o Ángel Losada en otros tiempos. Alda es el ADN de la televisión pública de los últimos veinte años.

Y es que si ustedes ahora mismo me colocasen en la difícil tesitura de tener que elegir de entre todas las voces de profesionales que trabajan en TVE solamente una de ellas, como representativa de un modo de hacer, de una solvencia, de una marca de fábrica, creo que me quedaría con la de Raúl Alda. Búsquenla en la memoria y me darán la razón. Porque tras la notable pérdida que sufrimos tras el ERE en RTVE y el éxodo de los grandes referentes, de las Rosa María Artal, Rosa María Calaf, Beatriz Pécker, el siempre añorado Antonio Gasset, la presencia de profesionales como Raúl Alda es la que logra que la cadena pública, ahora que vive momentos tan delicados, no se rompa. Con su timbre de voz, con sus entradillas y sus comentarios, nos entronca con la mejor televisión de otros tiempos, esa que se resiste a irse.

A veces me sorprendo con una locución suya en Informe semanal. Es él. Es Raúl Alda doblando a quienes dan sus testimonios en una lengua extranjera. Me da alegría. Mucha alegría. Es como si Raúl permaneciese de guardia a tiempo completo en la casa. Y que sea por mucho tiempo, ahora que no sabemos qué va a pasar.

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