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Ignacio / Martínez

Renfe aturdida

Alas empresas, como a las personas, se las conoce en los momentos de apuro. Una huelga de maquinistas de Renfe dejó ayer a esta compañía en evidencia. Un lector me envía un relato con su aventura. La huelga provocó la anulación de más de mil trenes de media o larga distancia y retrasos o colapsos en los servicios de cercanías. El sindicato Semaf de conductores de trenes desarrolla acciones desde hace tiempo contra la privatización de los servicios ferroviarios en España. Sostiene que el ferrocarril público "construido entre todos, no se puede regalar a la iniciativa privada". Aunque el argumento de las huelgas convocadas para ayer, mañana domingo, el 14 y 16, es la política de contratación de la compañía, la reposición de puestos trabajo y el rejuvenecimiento de la plantilla. Hasta aquí, el derecho constitucional de los trabajadores a hacer huelga. Y empieza la capacidad de reacción de la empresa. Este es el relato del amigo lector:

"El jueves a las 6:34 de la mañana recibí un mensaje. Renfe me informaba de que mi tren del viernes no estaba incluido en los servicios mínimos y que tenía plaza en un AVE que salía a las 13:30. Cogí el teléfono, y desde las 7:00 hasta las 7:45 llamé una decena de veces al servicio de atención al cliente. Y una banda sonora repetía "nuestras líneas están ocupadas, llame pasados unos minutos". Al final conseguí establecer contacto. Se puso un hombre que no tenía ni idea de nada y se deshizo de mí. A las 12:09 del jueves recibí un nuevo mensaje en el móvil en el que me decían que la anterior información era incorrecta, que para saber mi encaminamiento me conectase a una dirección que ponían en azul. Cliqué y llegué al servicio de venta de billetes. Cero información, cero servicio. Me fui a la estación y después de un par de intentos, a las 15:00 supe en qué tren tendría plaza. Cuando ayer viernes llegué al vagón todos los pasajeros contaban historias parecidas. A uno, que venía para Málaga, le llegó el aviso de que tenía plaza ¡en un AVE a Valencia! Y como estas cosas unen mucho, nos soliviantamos cuando el azafato le gritó a una señora que ¡ese no era su trabajo! cuando le pidió ayuda para colocar una maleta".

Las acciones modelo Sepla son arriesgadas; se pueden volver contra los convocantes y sus intenciones. Los monopolios tienden a la relajación y la ineficacia. Es verdad que no se le puede regalar a un privado algo que es de todos. Pero eso también debería incluir la capacidad de un sindicato para tomar como rehenes a centenares de miles de ciudadanos indefensos. No hay derecho.

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