MAÑANITA cruda de invierno con esa niebla que aquí se llama neblina y que suele ser antesala de una tarde ideal para el paseo. Por la auténtica Judería no había trajín de gentes, nadie por Lira, casi nadie por Conde de Ybarra, calles más intimistas que nunca desembocando en Plaza de las Mercedarias para debutar con picadores en la misa del patrón del gremio, ese San Francisco de Sales que tiene reliquia en el convento de las Salesas. Como cada año por este día, el periodismo celebra la festividad de su patrón y allá que íbamos porque así nos lo pedía el cuerpo. Y es que en este aluvión de laicismo, muy respetable por cierto, los que crecimos bajo una creencia no tenemos por qué taparnos y un servidor que en jamás de los jamases asistió a esta misa patronal decidió debutar en ella. Ocurre que así, tan a contraestilo, mejor siempre lo que a uno le venga en ganas. ¿O no?
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