AUGURÉ penurias para el Área Municipal de Cultura cuando se materializó el pacto para comprar el Santa Rufina atribuido a Velázquez. Una operación de 15 millones de euros que el Ayuntamiento abona a plazos, a razón de 500.000 euros al año, a quien adelanta el dinero: Abengoa. Jugada insuperable para su Fundación Focus, que enriquece el atractivo de la visita de pago a Los Venerables con el citado cuadro y otros de ilustres pintores que le cede el Consistorio. A estos aldabonazos, bandera de orgullo local, nunca les acompaña la explicación de lo que se suprime a cambio.

Marset, después de poner una pica en Sotheby's, se fue a Madrid para subir peldaños en su carrera política. Monteseirín lo reemplazó con Maribel Montaño, que la hace en sentido contrario, porque pronto dirá adiós al Congreso de los Diputados y probablemente al Comité Federal del PSOE. Las vidas cruzadas de M & M y la resurrección del Santa Rufina acaecieron en la época poselectoral, siempre de vacas flacas en el Ayuntamiento porque el año de poderío y barra libre en busca del voto siempre se cimenta en aplicarle la ley seca a los dos años siguientes. De ahí que la elevadísima inversión por el cuadro de la patrona, a contra mano presupuestario porque Cultura es una de las marías en las inversiones, agudiza aún más la impostura de una política cultural grandilocuente que desemboca en un año par, donde toca capítulo aparte de dos bienales: la de flamenco y la de arte contemporáneo. Aplicarles a ambas recortes excesivos daría pie a una escandalera política. No queda otra que llorar para salvarse del tijeretazo y preservar lo conseguido, ya sea Manuel Grosso o el South Pop.

Ante la incertidumbre por las hipotecas subprime de la cultura municipalizada, se han unido culturetas creyentes y ateos, rockeros y neoclásicos, para organizar en Venerables una novena a Santa Rufina. El acceso es gratuito a todos los que tienen DNI sevillano y proclaman: Santa Rufina ora pro nobis.