EN los tiempos que corren los gobernantes han decidido equilibrar las cuentas ingresando más y pagando menos. Algunos llaman a esto ahorro, pero tiene costes sociales. Por ejemplo: la protesta que esta semana organizaron los empleados jubilados del Consistorio por la decisión del equipo de Zoido de suprimir el premio que cobraban por sus años de dedicación. Una protesta más a la que, una vez que se ponga en marcha el plan de reforma de la Administración local que prepara el Gobierno central, seguirán otras. Sevilla ya funciona como un reloj: se paga (puntualmente) más por todo y el calendario de recortes siempre llega a (des)tiempo.
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