PREFIERO pensar que Daniel Écija, el productor ejecutivo de Los Serrano, concibió un bucle en el tiempo, una pirueta de ciencia ficción tipo Héroes, para darle la puntilla a la familia de Antonio Resines. Écija, hace casi dos meses, a preguntas de dos redactoras de esta sección, Juani Amaya y Alicia Valiente, calificó de "ridículo" ese remate que conocíamos en el que Diego, el protagonista, se suicidaba para despertar en el arranque de la serie, en la mañana después de su noche de bodas con Lucía. Pues sí, Los Serrano ha tenido un final muy ridículo, tramposo a más no poder, y con efluvios blandengues, los que gasearon todo este capítulo final en que se resolvían felizmente las historias colaterales. Daniel Écija debería prevenir a los espoileradores que van desvelando tramas.

Globomedia ha practicado la eutanasia argumental para dar sepultura a una serie que sufría un gran desgaste por el estiramiento de la historia y la entrada y salida de tantos personajes. Le han aplicado una inyección de desimaginación. El final de Los Serrano ha consistido en un suicidín, una imposible cuerda cósmica que impide cualquier intento de continuidad por parte de Telecinco. Ninguna de las dos partes se ha quedado con ánimos de reabrir la taberna y los guionistas han pretendido que ni con un traspaso a cargo de secundarios pueda volver a abrir la tasca de Los Serrano. "Qué bello es morir", hubiera sido el título ideal para este episodio. Todos descansan por fin.

Este remate que lleva al principio interpreta que Diego se ha llevado soñando ocho temporadas, que ya es dormir, para vaticinar lo que será su vida con Lucía. De esta manera Los Serrano bate récords de tomadura de pelo. Desde aquella pesadilla de dos temporadas de Pamela, que después de haber fallecido en accidente fue recuperada por Dallas con un salto mortal, no se había perpetrado un chanchullo televisivo con tanto descaro .