MIENTRAS los estadios ingleses hervían de entusiasmo en el día de ayer, lunes por más señas, la actualidad futbolística aquí se centra en cuestiones puramente parafutbolísticas. Algunos mensajes navideños llenos de promesas de difícil cumplimiento o de manipulaciones históricas como la de adjudicársele al gran Juanito Arza algunas conquistas de más, la posibilidad de librarse de ciertos paquetes que en verano llegaron de puerta a puerta amén de a portes debidos y, sobre todo, el vértigo que ya supone la probabilidad más que probable de que en plena cuesta haya un par de clásicos que no estaban en guión.

Los ingleses ocupaban ayer este tiempo vacacional llevando a sus hijos al estadio para ver a su equipo disputar tres puntos de Premier, mientras que aquí sólo hay bolos que no interesan o partidos con marchamo de internacionales entre alguna comunidad autónoma y una selección nacional de medio pelo. Y de esta forma, todos los años por estas fechas se me da el artículo hecho. Recurrentemente, cada tiempo de ocio navideño da para implorar por un fútbol sin parones, más que nada por la cantidad de espectadores que podrían afluir aprovechando las vacaciones y también por la colaboracionista meteorología que se disfruta en éste nuestro país.

Servidor, que ha vivido cómo el Sevilla se tomaba las uvas sobre la nieve de Béjar o el Betis en el coche cama a la vuelta de Bilbao, sabe que aquello era un atropello a la razón, pero tan atropello como haber desperdiciado el soleado día de ayer con los estadios cerrados a cal y canto. Ni siquiera una inoportuna huelga del Metro londinense pudo ponerle sordina a la gran fiesta del Boxing Day y como ya es sabido que la Liga de Fútbol Profesional intenta que la AFE permita que haya fútbol por Navidad, sólo hace falta que esto se haga realidad. Y es que en este circo, también la opinión del aficionado se debería tener en cuenta alguna que otra vez. Feliz Navidad.