VISTO lo visto en el primer asalto de la Supercopa española y a pesar de las convulsiones institucionales que padece, con el Valencia habrá que contar. Abstracción hecha de la inestabilidad en que han sumido al club los incompetentes de turno, esos incompetentes más o menos lunáticos que andan asolando clubes y clubes, cierto es que con el equipo valencianista hay que contar. Comoquiera que la calidad del plantel no es discutible, con un entrenador que sabe lo que se trae entre manos, no cabe la menor duda de que el Valencia ha de contar para las mayores empresas, ¿no fue campeón de Copa incluso con Koeman?

Aun cayendo en la cuenta de que ganar un título con Koeman fue una casualidad en la que poco tuvo que ver el holandés, tras ver al Valencia frente al Real Madrid hay que colegir que va a estar entre los llamados aunque luego no llegue a ser de los elegidos. El equipo ha vuelto a estar organizado en defensa y si encajó dos goles fue más por virtudes del rival que por defectos propios, excepción hecha de Hildebrand, un portero que no inspira demasiada confianza. De nuevo con el eje que formaron y vuelven a formar Albelda y Baraja, la calidad que tiene arriba lo hace opositor a los mejores logros y a acercarse nuevamente a los de siempre y a los de ahora.

Sumido en una profunda crisis societaria, se demuestra una vez más que lo deportivo puede caminar. Es cuestión de que al jefe del vestuario no le lleguen las discusiones y que reciba ayudas de la planta noble, no arena en los cojinetes. Y, por si fuera poco, el club anuncia el fichaje de una estrella para ilusionar a su clientela. Es un claro ejemplo el Valencia de cómo discurre el fútbol español, de cómo en todas partes se busca mejorar el equipo. En todas partes no, que en alguna que yo me sé todos largan de todos, aparte de que el equipo es cada vez peor por lesiones inevitables y porque se está más pendiente de deshacerse de los aptos que de fichar adecuadamente.