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Luis Carlos Peris

Valero ya entró en la leyenda

Considerado por algunos como mejor lateral izquierdo del Sevilla, inscrito también como un dorsal legendario

SEGUIMOS para bingo, continúa el Sevilla abrillantando su historia y engrosando la nómina de futbolistas legendarios y reconocidos oficialmente por el club. Antonio Valero es el último veterano en recibir ese reconocimiento y servidor de usted que tuvo la fortuna de verle desde que arribara a Nervión en el verano del 54 no puede más que corroborar dicha distinción. Alguien tan calificado como Antonio García Guzmán lo proclama mejor lateral izquierdo de la historia del Sevilla y dicha subjetividad no tiene por qué ir descaminada aun con el debido respeto a Juan Hita, Curro Sanjosé, Manolo Jiménez e Ivica Dragutinovic.

Todo eso sin olvidarnos de Diego Villalonga, pionero en la conquista de los primeros títulos de la institución, pero Antonio Valero atesora la suficiente jerarquía como para haber entrado en esa especie de magno cuadro de honor que es esto de los dorsales legendarios. Valero era una especie de roca en guante de seda, un duro que nunca lo aparentó por mucho que los extremos diestros que venían al viejo Nervión durmiesen la noche antes con cierta intranquilidad. Basora, Mañó, Arteche, Miguel, Kopa, Joseíto, Chus Herrera o un jovencísimo Amancio Amaro fueron víctimas de la seguridad que Antonio rezumaba en la custodia del flanco zurdo.

Valero llegó al Sevilla cuando Helenio Herrera rumiaba la idea de blindar la zaga por un flanco que hacía agua. Varela, Seisdedos en las alineaciones, y Romero no daban la talla ahí y tampoco resultó desnudar a un santo para vestir a otro, léase pasar a Guillamón de estribor a babor. Y Valero, que venía de Córdoba, se agarró al puesto y apenas lo soltó en los diez años que estuvo en el Sevilla. Fue internacional la tarde que también debutó Di Stéfano en aquel 5-1 a Holanda y ahora, cuando la nieve del tiempo blanquea sus sienes, Antonio Valero Yubero ve cómo su trayectoria no cae en el olvido mediante la honra de inmortalización que su Sevilla le ha concedido.

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