La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Videojuego blasfemo como síntoma

Unos se ceban con la Semana Santa desde fuera y otros desde dentro: son más parecidos de lo que sospechan

Me da pereza… El cartelito, la geo-estrategia de la Madrugada, los conciertos de bandas a lo Emmy Latino y ahora el videojuego Blasphemous convertido en noticia nacional porque a través una campaña de financiación colectiva ha recaudado más de 300.000 dólares antes de su realización. Dicen sus creadores sevillanos: "Naciendo donde hemos nacido, con una iglesia en cada esquina, sólo te quedan dos opciones: ser un capillitas o rebelarte… En este proyecto empezamos como rebeldes… [Pero] empezamos a apreciar ese mundo de otra manera, a documentarnos mucho más. No queremos hacer nada polémico o blasfemo. Lo que hacemos es tomar la iconografía y leyendas más fuertes de la cultura católica y del cristianismo y llevarlas un paso más allá… Lo que queremos es sacar algo positivo de esa cultura que nos vino impuesta y que sentíamos como opresiva y exportarla más allá de nuestras fronteras".

Ganarán mucho dinero con este videojuego blasfemo (aunque ellos lo nieguen, ¿acaso no se llama Blasphemous y se anuncia con la Piedad de Miguel Ángel con un bicho en los brazos en vez de Cristo?); pero de rebeldía, nada de nada. Al contrario: sumisión a la cultura dominante y al mercado que han institucionalizado la transgresión comercializada: unir la violencia extrema de los videojuegos y la blasfemia es éxito seguro. Esto es cultura del poder, no rebelión o contracultura.

Esos expertos que lo saben todo sobre los videojuegos y nada sobre todo lo demás tocan las palmas celebrando que este videojuego "reinvente la iconografía católica en un mundo de fantasía oscura" (El País). No es así. Pese a ser sevillanos sus creadores desconocen hasta tal punto la materia que tratan que ignoran que lo de "tomar la iconografía del cristianismo para llevarla a su extremo" ya lo hacen muchos kapillitas que comparten con ellos la "afición" a estas cosas, el desconocimiento sobre ellas más allá de los detalles superficiales y la total ignorancia sobre lo sagrado. Ambos son hijos del mismo tiempo y de la misma incultura. A unos les ha dado por cebarse con la Semana Santa desde fuera y a otros desde dentro, pero son más parecidos de lo que puedan sospechar. Si los creadores de Blasphemous fueran a algunos besapiés y besamanos descubrirían con frustración que lo de "reinventar la iconografía católica en un mundo de fantasía oscura" ya lo han hecho los cocochaneles cofrades.

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