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Eduardo / osborne

Vigas socialistas

LA semana es particularmente pródiga en noticias sobre casos de presunta corrupción que afectan de lleno al Partido Socialista andaluz. Por la comisión de investigación que se sigue en el Parlamento Andaluz desfilan sin pausa la actual presidenta de la Junta de Andalucía y sus dos predecesores en el cargo para declarar lo que saben acerca de los cursos de formación, posiblemente el dinero público peor invertido en la historia de la autonomía. La declaración de los ex presidentes casi coincide en el tiempo con el auto judicial de su procesamiento que dicen prepara el juez de instrucción, lo que hace tomar vuelo a la llamada "causa política" de los ERE, que algunos optimistas creían desactivada con la marcha a la Audiencia de la juez Alaya.

No muy lejos de allí, un magistrado de Tribunal Superior de Justicia le toma declaración al que fuera hasta hace poco tiempo consejero de Educación, Cultura y Deporte, por un asunto bastante ilustrativo del nepotismo y la arbitrariedad en el ejercicio del poder. Sostiene el fiscal que un afiliado del PSOE y miembro de la Ejecutiva del partido en Málaga, empleado como eventual en la Diputación (¿les suena?), cesó en su puesto para ser contratado a continuación como director del Centro Andaluz del Flamenco con sede en Jerez de la Frontera, a sabiendas de que no iba a cumplir con las obligaciones en el cargo, ya que por allí no hay constancia de su presencia, como afirman otros empleados de dicho organismo y el mismo interesado confirma. Eso sí, el buen (y afortunado) militante cobró por su (no) trabajo 13.834 euros en 2012, 36.615 euros en 2013 y 36.666 euros en 2014.

Tratándose de casos graves que afectan a personalidades relevantes del partido, no deja de sorprender el poco impacto que dichas noticias tienen no ya en los medios, sino en la propia sociedad. Lo que en otros sitios sería un auténtico tsunami que acabaría con la carrera política de cualquiera, aquí no es más que una brisa pasajera que si acaso despeina las permanentes bien arregladas de este poder hegemónico y clientelar, un airecillo incómodo del que nadie se acordará en cuanto pasen unos días y salte el próximo caso en el partido enemigo, el de la corrupción y los recortes, como dice desahogado y sonriente el inefable Sánchez, quien parece que faltó a la escuela el día que explicaron la conocida parábola de la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio.

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