SEMANA jugosa, muy jugosa, para los que levitamos con el fútbol. Empezamos con la reafirmación del Sevilla, que se reencontró consigo mismo ante el Getafe, de cara al asalto de este sábado a la Zona Champions, luego vino la magnífica idea de la confirmación de Pepe Mel en el banquillo del Betis y la milonga de que ese propio Betis le pagase el viaje a Pamplona a un presunto espía del enemigo. Son muchos aspectos interesantes que, sin embargo, no le aportan ni una sola nube al firmamento auténtico de nuestro fútbol, que si el Madrid y el Barça acaparan foco habitualmente, ahora que colisionan es el desiderátum.

Y aunque se han enquistado en el corazón de la semana unos partidos de Champions, su intrascendencia ha permitido que no se haya parado en el empacho que rodea al Clásico. Por lo pronto, lo de Clásico es una argentinización importada por no se sabe qué cursi. Así como lo de derbi que se esgrime en nuestra Andalucía es una equivocación, eso tan reciente de Clásico es una rimbombante cursilada que sólo ha podido salir de la sesera de un cursi. Pero que cada uno llame a las cosas como quiera y esperemos a ver pasar las horas que faltan para que dicha colisión llegue, no más los nuestros, por cierto, hayan dirimido sus respectivos compromisos.

La jugada es dar con las alineaciones que Madrid y Barça van a disponer. En el madridismo hay sed de venganza y andan en la intentona de que Mourinho, Mou para los más incondicionales, no vaya a recaer en lo de ir a remolque del Barça poniendo a casi todo el equipo por detrás del balón. Pero el momento del Madrid es motivo más que suficiente como para que por Canaletas estén tocándose la ropa y no quieren ni pensar que Guardiola apele a los tres centrales con la consiguiente pérdida de identidad. Paralelamente, el Sevilla prepara su asalto y en el Betis se opta por la continuidad de Mel más la idea de no pagarle más espías al enemigo. Semana interesante.