ZAPEANDO' viaja a velocidad de crucero. Dura poco más de una hora si se le quita publicidad. Y el diálogo fluye y el encuentro funciona. Lo mejor es que el programa está bastante pegado a la programación de la noche anterior. Esto es, muy pegado a la actualidad. Se trata de lo más parecido a una tertulia de amigos que se reúnen para comentar qué es lo que vieron y cómo lo valoran. Por supuesto que todo está guionizado y el tiempo muy bien medido. Pero el diálogo fluye como si más o menos todo estuviese improvisado. Y uno se imagina ahí. Con los suyos. Con los que serían sus teleadictos de cabecera, comentando y recuperando imágenes. Tan feliz.

¿Barren para casa los de Zapeando? Por supuesto que sí. Hay muchos fragmentos procedentes de La Sexta y de Antena 3. Pero tampoco es algo que chirríe. Parece de lo más normal que El intermedio, Buenafuente o El hormiguero nutran de contenidos la escaleta. También entra dentro de lo previsto que los invitados que acompañan a los tertulianos de cabecera provengan de latitudes cercanas a estas cadenas. Más sospechoso sería que el programa tirase de los buques insignia de La 2. No es esa la televisión que se pretende comentar en el programa. No son esos los contenidos que priman en una franja en la que se busca deliberadamente a un público lo más variopinto posible. Lo mejor con mucho, insistimos, es que Zapeando se presenta como una ventana en la que se habla de la televisión cercana, de lo que se vio la noche anterior. Y se hace con la naturalidad con la que se realizan las tertulias deportivas que aportan pelos y señales a lo sucedido en la jornada. Esa es su aportación. No es poca cosa.

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