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Carlos Colón

El abuelo y los nietos

EN nuestro diario de ayer veo al abuelo y a sus posibles nietos. El abuelo es el ucraniano John Demjanjuk, acusado de la muerte de 27.900 judíos en el campo de exterminio de Sobibor (Polonia). El tipo tiene 89 años y ha sido noticia porque su juicio -el primero en que la Justicia alemana enjuicia a un criminal de guerra extranjero y probablemente el último que se pueda hacer, al menos en esta tierra, a un verdugo del Holocausto- se ha suspendido porque el acusado ha alegado dolores de cabeza y en las articulaciones. Pobrecito. El campo de Sobibor sólo funcionó un año y medio, de abril de 1942 a octubre de 1943, porque tras ser escenario de la rebelión y fuga de 400 presos, la mayor de la Segunda Guerra Mundial, Himmler ordenó su clausura. En ese año y medio la eficacia nazi tuvo tiempo de gasear allí a 250.000 judíos.

Posibles nietos suyos podrían ser los dos red skins -ambos con antecedentes- detenidos en Sevilla por agredir a dos menores de edad que esperaban el autobús, a los que golpearon con un puño americano (presuntamente hay que decir, aunque los puntos de sutura que les dieron a las víctimas no fueron presuntos sino muy reales). ¿La causa? Relacionaron a uno de ellos con otra tendencia skin. Leo en este periódico que "los detenidos tienen una estética y forma de vida característica de los sharp (skin head against racial prejudice), más conocidos como red skin, grupos que sienten animadversión hacia los símbolos y emblemas de España", se dicen antirracistas y son enemigos mortales, entre otros, de sus iguales/contrarios los skin neonazis o neofascistas. Lo mismo da que da lo mismo. A estas alturas de la historia ya sabemos que nada se parece más a un hitleriano que un estalinista; o que un vándalo de la extrema derecha a otro de la extrema izquierda.

Lecciones de la Historia. Si de una parte el viejo verdugo era un soldado soviético que tras ser apresado por los nazis se convirtió en cooperador voluntario de sus antiguos enemigos (este tipo de conversiones fue frecuente en Sobibor y otros campos), de otra algunos de los poco más de cien supervivientes de la fuga fueron internados en campos de concentración soviéticos al término de la Segunda Guerra. El soviético reconvertido en nazi y el judío que tras huir del campo nazi acaba en uno soviético son ejemplos dramáticos de la afinidad entre barbaries que se dicen opuestas; y antecedentes de un mal que se creía erradicado de Europa, pero está rebrotando y propagándose a través de las redes: los movimientos, violentos por su propia naturaleza, de extrema derecha y extrema izquierda.

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