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La crónica económica

Gumersindo / Ruiz

El año que empieza

NO es por llevar la contraria, pero no creo que las dificultades para 2008 vengan del lado del sistema financiero sino, si es que se dan, por la economía real y la inflación. Cinco cuestiones y una estrategia podemos considerar este año. La primera es que la banca de inversión sufrirá todavía las consecuencias de una mala valoración del riesgo, no ya con las hipotecas sino con préstamos a empresas, aunque para ello la economía real tendría que deteriorarse. Sin embargo, no veo el efecto contrario: la economía real asfixiada por falta de financiación; aunque está claro que ésta será más selectiva y cara, no anulará el crecimiento de empresas solventes, ni será un freno significativo al deseo de las empresas de adquirir tamaño mediante compras razonables.

En segundo lugar, como guía de inversión, está el criterio de escoger sociedades con reducido endeudamiento o que tengan gran capacidad de generar liquidez. A principios del año pasado advertía: "hay que mirar cuidadosamente los niveles de endeudamiento, sobre todo cuando se dedican a adquisiciones". Como decimos, sigue habiendo voluntad de compras y expansión, porque hay nuevos mercados, y se están diversificando las formas de financiación para lograrlo; de hecho los inversores cambian sus posiciones de invertir en deuda, a adquirir o tomar control directamente en las empresas.

Vamos a ver más volatilidad y aumentarán las diferencias entre zonas y países. No nos vale que el crecimiento mundial siga siendo fuerte, alrededor del 5 por ciento; aparecerán nuevas sinergias en unas zonas y otras se deteriorarán. Este año hemos visto disparidades muy fuertes en las bolsas, aun dentro de una misma zona: Finlandia sube un 50 por ciento y Suecia cae un 3,5; Alemania sube casi un 20, y el área del euro poco más de un 5. Como sectores, y siempre en estrategias de corto plazo, están la obra y vivienda pública, salud, y química de alimentos y agricultura, entre otros. Las medias e índices no sirven y hay que volver, en casi todo, a los criterios de épocas de fuerte dispersión y volatilidad.

El aspecto más preocupante y nuevo es la inflación al consumo, pues supone un cambio por la fuerte demanda de alimentos de poblaciones que acceden a un cierto bienestar. Aquí sí que hay peligro de contagio, mucho más fuerte que el de las hipotecas; quienes sean capaces de trasladar precios estarán en mejor posición, pero en una subida generalizada pocos sectores se salvan. Esta situación nos lleva a un quinto aspecto: los tipos de interés no son ya una herramienta para utilizar de forma automática por los bancos centrales; el Banco Central Europeo se quedará en el 4 por ciento, y algo por debajo Estados Unidos. Los tipos no ayudarán a las bolsas, pero tampoco supondrán un freno como en épocas pasadas de inflación.

Ante esta perspectiva la estrategia genérica, aparte de los puntos específicos mencionados, sería la que se conoce como tipo Babell, adoptando dos posiciones extremas: ser muy defensivos en la preservación del capital dedicando una parte significativa a activos de poco riesgo, y una parte a activos muy arriesgados para aprovechar las ventajas de la volatilidad de un mercado sin tendencia previsible.

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