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Los oídos le han pitado a nuestra economía en esta semana: necesitamos política económica

DAVOS es una localidad suiza de algo más de diez mil habitantes, pero que tiene más de 100 restaurantes y unas 25.000 camas de hotel. Ello se debe a que cuenta con muchas pistas de esquí, ya que no en vano es la ciudad más alta de Europa, según informa Wikipedia. Altísimo es también el nivel de las reuniones que concita, cumbres entre las cumbres. El Foro Mundial de Davos, que allí se congrega periódicamente, es un lobby que vincula a lo más granado de la economía y, en general, de la sociedad mundial. Su propósito formal es "contribuir a la resolución de los problemas de nuestra época" (entre ellos, sus promotores deben resolver y ponerse a resguardo militar de la virulenta e iracunda contestación que sus asambleas y concilios provocan, no sólo por parte de los denominados antisistema, ni sólo por parte de radicales que juegan a la intifada antes de volver al calor del hogar). Davos también realiza estudios de diagnóstico y prospectiva de los "grandes asuntos" de la humanidad, que provocan respeto y temor. Por ejemplo, esta semana ha advertido sobre los riesgos para la seguridad alimentaria y financiera en el planeta. Y, al mismo tiempo, ha mandado otro mensaje que debe sin duda ser tenido por sincero, si no cierto: no se tiran piedras sobre el tejado propio de manera gratuita, y no creo que, con toda su tecnocracia y sus pieles de cordero, los voceros de Davos practiquen el alarmismo. Dicho mensaje es claro: EEUU corre alto riesgo de entrar en recesión, y no a largo plazo, sino en los próximos doce meses. Añade el estudio, presentado en Londres el miércoles, que la hegemonía del país americano en la economía mundial puede tocar a su fin, y que podría empezar a ser sustituida por un creciente dominio y preponderancia asiáticos.

Para los que -cabreados, prejuiciosos, despistados o resentidos- lo mismo justifican el derrumbe de las Torres Gemelas que aplauden el parón inmobiliario, cabe decir que, igual que no es bueno que se le queme la casa a nuestro odiado vecino de al lado, porque su problema nos salpicará o nos quemará también a nosotros, debemos considerar la advertencia de Davos como "nuestro" problema. Es una cuestión de arrastre y de capacidad de hacer frente a una depresión económica global: ¿cuál es tu tamaño? ¿De quién dependes? ¿Eres medianito y has dependido tradicionalmente de quien tiene los problemas? Reconozcamos que hay situaciones mejores y que, en principio, la caída del imperio no nos viene nada bien.

Cerremos un poco más el foco, y la semana económica, a qué negarlo, no da para marcarse una gozosa rumba. Financial Times afirmaba también el miércoles que el fuerte crecimiento de la economía española impulsado por el crédito se verá abocado a una brusca parada por el "atasco" financiero internacional. Esta previsión se basa en que, cuanto más endeudada esté una economía, más expuesta está a los problemas de liquidez global. Desde mi punto de vista, esto es discutible. Desde esa premisa, quienes de verdad sufrirán la escasez crediticia serán los que necesiten endedudarse -familias, empresas o instituciones públicas-, pero no aquellos que ya lo están.

Para acabar de apartarnos la camisa del cuello, y cerrando un poco más el foco, Citigroup se ha descolgado diciendo que las turbulencias del sistema bancario afectarán sobre todo a Murcia y a Andalucía. Y que las cajas sufrirán más que los bancos, porque han concedido "más hipotecas". No he accedido a la justificación de Citi para tan mal presagio, pero me temo que su lógica sea asignar más riesgo a los territorios en los que operan las entidades a los que consignan más riesgo, o sea, las cajas. De nuevo, en este caso creo que la lógica del argumento podría estar alumbrada por más elementos de juicio: demasiado simple y fácil.

Ahora toca identificar las alternativas a tan feo panorama, pero para eso tenemos que pensar y escuchar. Veremos qué respuesta tienen esta semana estos informes en nuestros responsables de política económica. O si nos limitamos a proclamar ufanos que, mejor que este periodo económico, ninguno en toda la democracia.

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