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LA lucha por el poder en el PSOE de Sevilla, que se inició hace meses y ha tenido múltiples capítulos, terminó ayer de forma abrupta cuando el delegado del Gobierno de la Junta en Sevilla, Demetrio Pérez, líder oficial de la corriente crítica con la actual dirección provincial, anunció su decisión de no acudir como candidato al congreso socialista que hoy se celebra en la Isla de la Cartuja. El motivo, tal y como fue presentado, es la imposibilidad de contar con el número de avales necesarios (un 25%) para optar a la secretaría general, dada la falta de respaldo de las direcciones regional y federal del PSOE. La realidad es otra: al adoptar esta resolución a apenas 24 horas del cónclave, los críticos demuestran que desde el principio simularon contar con un apoyo orgánico del que nunca disfrutaron, probablemente confiados en que el efecto bola de nieve -provocar adhesiones en cascada gracias a fingir una mayoría que en realidad no existe- terminaría beneficiándolos. No ha sido así. Ni el apoyo de las agrupaciones de la capital inclinó a su favor a las asambleas provinciales ni su proyecto tiene el aval de referentes como los alcaldes del área metropolitana de Sevilla o determinados líderes institucionales. Tan sólo han recibido el aliento -inicial- de Monteseirín, que inauguró esta última batalla publicando un artículo -titulado Un paso atrás- en el que pedía a José Antonio Viera, secretario general, que renunciase al cargo. Con 328 de los 429 avales en disputa, el actual líder del PSOE sevillano revalidará hoy su mayoría en el congreso. Su promesa de convertir al PSOE de Sevilla en un partido sin tribus parece haber calado mejor en la militancia que la renovación que pregonaba Demetrio Pérez, que se presentó como candidato oficial a la dirección de los socialistas cuando en realidad nunca dejó de ser un mero aspirante a candidato. Los críticos se han arrogado la representación del zapaterismo y de la juventud del Partido Socialista. Pero lo cierto es que las juventudes socialistas respaldaron en su mayoría a Viera y los zapateristas de primera hora -entre ellos Antonio Gutiérrez Limones, alcalde de Alcalá de Guadaíra, que en teoría era una pieza clave en el proyecto de Demetrio Pérez- militan hoy en las filas oficialistas. ¿Quién ha dado al final el paso atrás?

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