UN pequeño paso, un gran salto para la Humanidad. La célebre frase en la Luna es aplicable a la necesidad de cambiar hábitos que parecen inocuos pero que son costumbres insostenibles para la Tierra. Si somos capaces de consumir un 28% menos de agua que hace 17 años, y no dejamos de asearnos, basta un poco de gimnasia mental para reducir en un 50% la recepción (y por tanto la fabricación) de bolsas de usar y tirar. Libérese de la falsa comodidad del doble envoltorio: recibir bolsas para llevar objetos guardados en cajas, latas y botes.

Celebro que El Corte Inglés haya dado el paso de ofrecer bolsas elaboradas con fécula de patata, totalmente biodegradables. El Ayuntamiento de Granada ha hecho un reparto masivo de esas bolsas de común acuerdo con el comercio local. Toca emularles, porque España es el primer productor europeo de bolsas de plástico de un solo uso, y su tercer consumidor. Ya se manejan al año cerca de 11.000 millones de bolsas, y sólo se recicla el 10%. El resto equivale a 90.000 toneladas de basura, la mayoría acaba asfixiando ríos y mares. Es un despilfarro energético y fuente de contaminación.

Repase su conducta, cambie el paso y dé el salto. ¿Cuántas bolsas recibimos cuya justificación es de un solo uso, para un corto trayecto y por escasos minutos, teniendo en cuenta que tardan 400 años en descomponerse? Hasta para una caja de aspirinas te quieren dar bolsa. Sólo si se tiene conciencia de lo perniciosa que es esta inercia se declina el ofrecimiento. Estoy predicando con el ejemplo y les garantizo que en tres semanas he dejado de consumir 20 bolsas que eran absolutamente prescindibles y no he tenido la más mínima incomodidad. Basta cuarto y mitad de previsión.

El Gobierno tiene la obligación de imponer la bolsa reutilizable en todos los comercios. La cesta de la compra ha de volver a ser un objeto real y no sólo un concepto estadístico.