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Ni arbitraje, ni villarato ni gaitas; el Madrid se autoeliminó tirando la ida y olvidando la pegada en Valdebebas

TRABAJITO le ha costado a Mourinho dar con la tecla por la que su equipo pueda mirar de frente al Barça. Extraña que un entrenador de su cualificación, que la tiene de manera indudable, haya tardado tanto en lograrlo con la mano de obra que tiene a su disposición. Memorable fue el partido del Real Madrid en el Camp Nou y la verdad es que debió haber salido triunfante de él. No de la eliminatoria, que la eliminatoria la dilapidó en la ida mediante alineación y planteamiento tan incomprensibles que provocaron una grave fractura entre el técnico y el madridismo y que ya veremos si se restablece la normalidad en esa relación.

Mucha tinta se está derramando tras lo del miércoles en el Camp Nou y no toda de forma ortodoxa o mínimamente correcta. La partida mereció ganarla el Madrid, pero no fue el árbitro quien lo impidió; si se me permite, ni siquiera el Barça fue el principal obstáculo que se interpuso entre los blancos y la victoria. El arbitraje fue el peor de mucho tiempo, ya que Teixeira actuó en todo momento de forma timorata y como para salvar su pellejo, algo que se antoja imposible actuando de esa guisa. Erraba el hombre y compensaba a renglón seguido como consciente de su fallo anterior, pero no cabe la menor duda de que supo impartir injusticia a partes iguales.

El obstáculo que se encontró el Madrid en su camino hacia el éxito fue él mismo y por una vía sorprendente, pues si una virtud reina sobre todas las demás que adornan al Realísimo, esa es la pegada, la eficiencia inapelable ante el marco rival. Y esa virtud se la dejó olvidada el equipo de Mourinho en Valdebebas para tomar sin ella el puente aéreo y echarla de menos en la noche que se reencontraba consigo mismo en casa del enemigo auténtico. Ni árbitro, ni esa estupidez del villarato ni gaitas, el Barça está en semifinales porque el Madrid entregó la ida de forma incomprensible y porque su reconocida puntería no hizo acto de presencia en Barcelona.

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