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Hoja de ruta

Ignacio Martínez

Más 'cornás' da el hambre

TENEMOS una manera simple de ponerle nombre a los accidentes medioambientales. ¿Se acuerdan del volcán islandés de nombre impronunciable que en abril del año pasado paralizó el tráfico aéreo en Europa? Centenares de miles de vuelos suspendidos. La erupción del Eyjafjalla produjo una excepcional columna de humo y cenizas a la que bautizamos la nube. Ahora en Madrid hay una contaminación que cubre la ciudad. Se ve a simple vista y le hemos puesto la boina al evento. Una definición gráfica que no se corresponde con las reacciones políticas que ha suscitado. Hay mucha sabiduría popular entre quienes gastan boina, para compararla con el discurso hueco y cándido de determinados dirigentes, más propio de Barrio Sésamo que de una tribuna pública.

Por ejemplo, la concejal de Medio Ambiente de Madrid, Ana Botella, que en unas declaraciones de radio ha pontificado que Madrid está "lejísimos" de una alerta por contaminación, algo que a su entender nunca se va a producir. La concejal atribuyó esta polémica a que España pasa por momentos en los que la gente está deprimida por el paro. Eso asfixia más, sostuvo. Más asfixia el paro es la versión moderna de una expresión castiza: más cornás da el hambre. Botella terminó su faena con un adorno marca de la casa: criticó que se quiera convertir en un problema sanitario lo que simplemente es un problema medioambiental. Ella no encuentra conexión entre una cosa y la otra.

Este discurso recuerda aquel sublime de su distinguido esposo, en el que afirmaba que no le gustaba que le dijeran a qué velocidad podía conducir, ni con cuántas copas. Seguramente, porque Aznar tampoco relacionaba velocidad y alcohol con accidentes de tráfico. Mirando de cara a la afición, Botella completó la serie con un remate pinturero: dijo con énfasis que estamos ante la atmósfera de Madrid más limpia de la historia. (En particular si se eliminan los sensores que detectan un día tras otro una polución muy alta). Al coro de grandes sopranos y tenores se suma el alcalde Gallardón. Y, más prudente que su concejal, se limita a señalar que el aire de la capital de España está más limpio que hace 10 años. No necesita más: hagan cuentas y verán cómo hace diez años el que estaba de alcalde era Álvarez del Manzano.

Pero para no dejar en ridículo a la parroquia adversaria, la ministra del ramo, la cordobesa Rosa Aguilar, junto a iniciativas sensatas como peatonalizar los centros urbanos, mejorar los transportes públicos y concienciar a la ciudadanía para que reduzca el uso del vehículo particular, también ha planteado analizar las emisiones para ver qué sustancias son nocivas. Algo que genera alarma social; uno ya pensaba que esas cosas estaban muy estudiadas. La didáctica de Barrio Sésamo por un lado enseña y por otro inquieta más que el CO2.

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