POSIBLEMENTE fuese aquella la mejor Brasil que haya existido y hoy se cumplen treinta y nueve años de la exhibición ante Italia en el estadio Azteca. Pasó por encima Brasil de un equipo que se movía al compás de Gianni Rivera y que se vio desarbolada por la última gran aparición de Pelé. Ese día de San Luis Gonzaga se proclamaba Brasil tricampeona del mundo y el gol que cerraba la cuenta, logrado por el capitán de aquella orquesta, Carlos Alberto, fue la culminación a una auténtica obra de arte. Una jugada nacida en la defensa y en la que intervino gran parte del equipo para finalizar en un pase de Pelé mirando al tendido.

Fue el último gran acontecimiento en que intervino Pelé, pero es que la compaña del genial mineiro era de lujo. Manejaba el equipo uno de los centrocampistas más clarividentes que han existido, Gerson, con la ayuda de un media punta que la rompía con la zurda, Rivelino. Eran los manijas de un conjunto que tenía para la finalización al máximo anotador del torneo, Jairzinho, que tuvo la fortuna de marcar en todos los partidos. Y con Jairzinho, un ariete que volvía locos a los defensas con su movilidad, Tostao, pero es que en el corazón de todo los proyectos se encontraba Pelé, el mejor futbolista en ataque que conoció el fútbol de todas las épocas.

Hoy es aniversario de aquella final y hoy se repite el cartel en esa Copa Confederaciones que se ha venido arriba gracias al triunfo de Egipto sobre la squadra azzurra. Así las cosas, Italia está obligada, como mínimo, a hacer lo mismo que consigan los del Nilo en su choque contra Estados Unidos para obtener plaza en semifinales. Es un interés añadido lo de esta noche y que le viene de lujo al torneo. Colisionan las dos selecciones más laureadas y ambas saben que sus mejores días pasaron. Ni Italia es la de hace tres años ni Brasil la que cimentó su sobredosis de literatura en aquella selección de Pelé que tanto brilló hace hoy treinta y nueve años, pero el partido se las trae.