PUDE verlo en uno de esos polígonos que se levantaron en lo que se pretendía como cinturón industrial de una Sevilla que tendía a ser agraria. Polígonos creados donde antes estaban las huertas y que nacieron pujantes para ir degenerando hasta convertirse en lo que hoy son, lugares donde abundan los clubes de lucecitas. Lo mismo da el nombre, Navisa, Store, Calonge, qué más da, todos han derivado a lo mismo, a prostíbulos más o menos encubiertos donde circula la carne y la droga y donde apenas queda algo de aquella pretendida industrialización. Bueno, pues en uno de esos polígonos vi la otra mañana una sucesión de pintadas con el mismo argumento, el de dar conocimiento del club de fans más abyecto que jamás pude contemplar. No era el club de fans de Raphael o de Bisbal; era, qué espanto, el que tiene a Miguel Carcaño como becerro al que adorar, ¿es o no es esto motivo para bajarse en la próxima?
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