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Tribuna económica

Manuel / Hidalgo

El Estado tiene menos deuda que las familias

ALGUNOS de los argumentos que se proponen en contra de los diferentes planes de actuación del Gobierno central se basan en el coste que va a tener que soportar el contribuyente español. En particular, llaman la atención sobre el endeudamiento del Estado y la carga que va a suponer para las familias españolas. Esta exposición resulta convincente por sencilla y clara. Más deuda hoy, más carga mañana, saldada con más impuestos o menos gasto en otras partidas. Visto así es simple y fácil y todos estaríamos de acuerdo, pero este argumento debe ser acompañado de matices.

En primer lugar, hace años que el Estado ha mejorado su posición financiera en la economía española. Por contra, hay que asumir que el principal deudor de nuestra economía es hoy la familia. La posición de ésta en las finanzas nacionales es netamente deudora. La cantidad de dinero que hoy deben las familias españolas está sobre los 970.000 millones de euros, es decir, casi el 100% del PIB nacional y mucho más que la renta disponible. Por el contrario, la deuda del Estado se mueve en el 40% del PIB, es decir, una posición netamente mejor tanto si lo comparamos con las familias como si lo hacemos con otros países.

¿Tiene por ello el Estado margen suficiente para actuar acudiendo a los mercados para colocar su deuda? Depende de cómo se articulen los gastos financiados por dicha deuda. Por lo tanto, la bondad o no de este tipo de actuación requiere un análisis coste-beneficio.

Por el coste, además de la carga que supone, la deuda pública implica la captación de recursos en un mercado competitivo, elevando por lo tanto el coste de la financiación.

Del lado de los beneficios, la deuda pública facilita activos de inversión seguros en momentos como los actuales. Ofrecen por lo tanto un refugio financiero que permite mitigar los efectos de las crisis financieras. Además, si las actuaciones públicas van encaminadas a generar actividad vía mejora del stock de capital público y privado, se elevará la productividad. Por último, y asociado a lo anterior, la carga financiera de la deuda se mitiga cuando la rentabilidad de la actividad económica financiada con ella es elevada. En términos macroeconómicos la rentabilidad de una economía es su crecimiento real. Por ello, mientras el crecimiento futuro de la economía española se acerque al coste de la deuda o la supere, la carga de ésta será mucho más limitada.

En definitiva, asumir deuda en momentos de crisis puede ser un remedio más o menos aceptado en función de las preferencias de cada uno. Argumentar que esta deuda puede implicar una nefasta herencia para con las siguientes generaciones es quizás adoptar una postura extrema. Precisamente, el gran problema de la economía española es que las familias hemos asumido lo que negaríamos con vehemencia al Gobierno, endeudarnos. Lo que es seguro es que gran parte de la carga que vamos a transmitir a nuestros herederos no es la pública, y sí, será difícil de saldar.

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