la esquina

José Aguilar

Todos los días un número

CADA día tiene su afán, sí, pero también hay afanes que necesitan de muchos días para cumplir sus objetivos. Miren, si no, el afán de la cúpula empresarial española por no dejar pasar un solo día sin lanzar recetas contra la crisis. Todas muy peculiares: que la mayoría se empobrezca más de lo que ya está a fin de que el país se salve. Pero ¿habrá salvación por ese camino?

Sólo en la última semana la CEOE ha impactado con tres iniciativas que hay que recibir sentados y bien agarrados. Una ha sido la de los minijobs, o sea, los miniempleos, que no sé porque los pretenden llamar así porque más que miniempleos son empleos minisalariales: contratos con unos sueldos máximos de 400 euros mensuales. Adiós salario mínimo, bienvenido microsalario. No parece importar a la patronal que el comisario europeo de Empleo y Asuntos Sociales haya advertido de que ésta no puede ser la única solución para combatir el paro juvenil (ya Zapatero, antes de irse, prorrogó los contratos de prácticas, de modo que un muchacho recién salido de la universidad puede encadenar labores de becario hasta llegar a los treinta años). Ni que en Alemania desde que se implantaron los falsos minijobs la desigualdad y el riesgo de pobreza han aumentado. El argumento se repite: mejor un empleo así que ninguno.

Y no crean que van a escaparse de la jibarización retributiva los que no son tan jóvenes. También para ellos tiene el empresariado organizado su solución: congelar todos los salarios hasta 2015. Eso supone rectificar el pacto firmado por la anterior cúpula de la CEOE con los sindicatos, que ya aceptaron entonces la moderación salarial (subidas máximas del 2% en 2011 y del 2,5% en 2012) como fórmula para asegurar la actividad productiva y reactivar el empleo. Con Rosell al frente, la CEOE entiende que la moderación es insuficiente y que se impone el crecimiento cero de los salarios. Y si los sindicatos no aceptan este nuevo empellón, que se rompa la negociación urgida por Rajoy y que sea el nuevo Gobierno el que arbitre la pugna. La tercera iniciativa es que pueda despedirse a los funcionarios.

Ya ven, la CEOE no se corta un pelo. Como si pensara que con el triunfo de Rajoy se han abierto todas las compuertas del liberalismo desaforado y que ya nada resulta intocable. Creo que Rajoy , por el contrario, es consciente de cosas como éstas: que la productividad no depende sólo de los salarios, que la paz social es un valor a preservar mediante el reparto de los obligados sacrificios y que, además de reducir el déficit y pagar las deudas, también hace falta que haya consumo para incentivar la producción y, con ella, el empleo. ¿Y quién va a consumir más si no tiene trabajo o le pagan menos por él?

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