alto y claro

José Antonio Carrizosa

Ni fácil ni cómodo

SI Javier Arenas tenía alguna duda de hasta qué punto su victoria en las elecciones del 25 de marzo está ya descontada, esta semana le habrá bastado para resolverla. Lo habrá visto en el triunfante y tronante congreso que los populares clausuran hoy en Fibes, hecho a la mayor gloria del líder andaluz, que ha visto como todo el poder que acumula el Partido Popular, que es muchísimo, se volcaba en su favor para llevarlo en volandas al Palacio de San Telmo. O a la Casa Rosa, porque Arenas sigue manteniendo que su despacho no estará en ese "monumento al despilfarro" ubicado junto a los Jardines del Cristina. Pero también lo pudo ver unos pocos días antes en el acto que protagonizó en Antares. Allí, lo más granado de los restos del naufragio del empresariado andaluz y eso que se ha dado en llamar sociedad civil, y que en Sevilla tiene características tan peculiares, pugnaba entre codazos para acercarse a él, dejar constancia de que allí se estaba y decirle ese ya clásico "Javier, tenemos que quedar", que el líder popular habrá escuchado muchos miles de veces en los últimos meses.

Pero si a pesar de todo esto Javier Arenas quería una constatación más de que una aplastante victoria del PP el 25-M no va a sorprender a nadie, la tuvo el pasado fin de semana en el deprimente espectáculo que dieron sus rivales a la hora de pelearse por las candidaturas y que dejaron ver a las claras cuáles son las expectativas de escaños que tienen en cada provincia. El caso más claro ha sido el de Sevilla, donde la batalla por el séptimo puesto ha provocado una crisis de tal dimensión que el partido está en manos de una gestora en el que posiblemente sea el momento más delicado de su historia desde finales de la Transición.

Efectivamente, parece que todo el pescado está ya vendido y que sólo un exceso de confianza o un error mayúsculo del Gobierno de Mariano Rajoy en las próximas semanas podrían alterar algo los planes del PP. Ambos riesgos, sobre todo el segundo, los tiene controlados Arenas. El viento sopla decididamente a su favor, porque las crisis es de tal magnitud que se lleva por delante a cualquier Gobierno que se le ponga por delante -y esto afecta a Griñán de la misma forma que terminará haciéndolo con Sarkozy-, porque los socialistas andaluces han ensayado con notable éxito un manual de cómo perder unas elecciones que se tendrá que estudiar en las facultades de Políticas y también, en un porcentaje nada despreciable, porque Javier Arenas lo ha hecho bien. Que un tres veces ministro y una vez vicepresidente del Gobierno de España se arremangue y se recorra Andalucía día tras días y pueblo tras pueblo como él lo ha hecho durante ocho años no sólo refleja compromiso y capacidad de trabajo, sino que ha sido de una efectividad tal que ha logrado que el PP sea en Andalucía un partido próximo y creíble. Echen la vista atrás y verán que lo hecho no era ni fácil ni cómodo.

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