AHORA que se ha dado un paso gigantesco para la comunicación entre todas las Españas, que cada día son más, ahora que ya el AVE conecta vertical y diagonalmente casi todos los rincones de la piel de toro, ahora falla lo que no falló nunca, lo que casi siempre funcionaba. Ahora tiene usted el infortunio de llegar a Atocha a la misma hora que un convoy procedente de Barcelona y todo el tiempo que ganó con la alta velocidad del tren lo pierde esperando un taxi. Se ha quedado insuficiente el mundo automovilístico en Atocha y con decirle que ya se ha instaurado un servicio de aparcacoches como el que hay en los restaurantes de lujo, ya se puede hacer una idea de cómo están Atocha y sus circunstancias. A veces se tarda hasta dos horas en acceder a un taxi y si es vecino de Madrid y va con su coche a la estación ya sabe, a pagarle un pastón a uno de ese gremio tan en boga de los aparcacoches.