PUEDE esta jornada pasar al balance de la Liga como una jornada decisiva, de inflexión al menos. El espectacular recorte de puntos, cómo se acortan las distancias en la cabeza le proporciona un considerable plus de interés al tramo último de una Liga que desde el sábado ha vuelto a ser Liga y no un monólogo barcelonista. Combinadas la derrota del líder y la victoria del perseguidor, hay que reparar también en la forma que sucedieron los acontecimientos, mayormente en el alarde de fuerza, autoestima, fútbol y goles que utilizó el Real Madrid para quitarse de encima a un Betis que no pasó del rol de simple espectador.

La Liga vuelve a ser Liga y en cuanto a lo que nos coge más cerca, hay que convenir en que fue una gran jornada para el Sevilla y la enésima consagración de Jesús Navas como el mejor extremo, especialista de banda que diría un cursi, del fútbol patrio. La forma de definir en un gol que puede valer su peso en platino era la guinda que faltaba para que el pastel de futbolista grandioso se rematase. Que si Forlán no falla lo que parecía imposible el partido hubiera sido otro, pues sí, podía ser otro, pero como fue el que fue, a ver cómo se apea al Sevilla del lugar que ocupa, y que data ya desde que arrancó esta Liga, antes monólogo y nuevamente Liga.

...y el Betis. Qué antigualla un equipo que encaja seis goles en medio partido. Por supuesto que Chaparro no está exento de culpa cuando el descenso se ve a sólo dos puntos, pero huele mal la coincidencia en el acoso desde trincheras afectas al poder constituido. Hasta le afean la suplencia de ese mediocre futbolista que es Odonkor. En fin, que vivir para ver, que no hay un solo entrenador que sobreviva a las derrotas y que seis goles en medio partido es una ignominia, pero da un tufo insoportable cómo le airean los dineros gastados en fichajes; sólo falta que metan en la cuenta el dineral que le costó Denilson al Betis. Sí, al Betis. Jornada decisiva esta pasada.