La ventana

Luis Carlos Peris

El juego que da la anécdota de Caracol padre

TODO el peso de la ley piensan descargar sobre ese vasco que se ha declarado insumiso ante la prohibición del fumeque. Y pensando en esa rigurosidad mientras la permisividad campa a sus anchas en asuntos de mayor calado, de muchísimo más calado, se nos viene al caletre el magnífico juego que ha dado la anécdota de Caracol padre, el del Bulto, en la estación de Plaza de Armas recién bajado del tren que le traía de pegarle un sablazo a su hijo Manolo en forma de especies. Aquel leñazo de vapor que la cansina locomotora largó al cumplir su onerosa misión hizo exclamar al del Bulto: "Esos cojones, en Despeñaperros". Bueno, pues esos cojones que le están echando al del asador marbellí bien podían estar echándoselos a cuantos están defraudando las arcas comunes y también, sobre todo, la ilusión de cuantos creímos una vez que la vida podía ser de otra manera, incluso sin fondos de reptiles y cosas así.

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