la ciudad y los días

Carlos Colón

El legado venenoso

UNO de los más venenosos legados anti patrimoniales de la era Monteseirín es la Torre Pelli. Porque es algo a medio hacerse, sobre lo que hay que tomar decisiones, sujeto -como ha sucedido- a dictámenes que pueden poner en peligro el carácter de Patrimonio de la Humanidad de la Catedral y su entorno. Los desastres de "la piel sensible", la Alameda o el Metropol Parasol están hechos. Sólo cabe acabar de pagar lo que quede pendiente, asumir las monstruosas desviaciones presupuestarias, despilfarrar aún más dinero en el mantenimiento de lo mal proyectado y peor ejecutado; y joderse (me acojo al famoso lema del arquitecto Rem Koolhaas: "que se joda el entorno").

No entro aquí sobre el tardío interés por el patrimonio de la ciudad de algunos prohombres y arquitectos sevillanos que nada tuvieron que decir o denunciar sobre el Metropol Parasol; ni desde el punto de vista patrimonial (ubicación, impacto, diseño), ni desde el técnico (definición y viabilidad del proyecto), ni desde el económico (más de 100 millones de euros: una desviación que duplica el presupuesto inicial). Es más: que tildaban de reaccionarios y fachas a quienes criticábamos este y otros disparates. Más vale tarde que nunca y mejor una vez que ninguna, en lo que a la defensa del patrimonio se refiere.

Tampoco entro en el igualmente tardío interés de la Unesco por el patrimonio histórico de Sevilla. ¿Sólo acuden ante determinadas llamadas? ¿Sólo les preocupa el impacto visual de la torre alzada a gran distancia del centro histórico y no el bombazo de Torre Triana, la gravísima alteración de uno de los paseos más antiguos de la ciudad o la erección del Metropol Parasol en el corazón de Sevilla? Yendo más atrás: ¿ni tan siquiera por dar por saco al dictador le preocupó a la Unesco la destrucción de Sevilla en los años 60 y 70? La Convención del Patrimonio Mundial tuvo lugar en 1972. Con la que estaba cayendo (mejor: con los edificios que estaban cayendo) en Sevilla en esos años, y siguió cayendo o alterándose después, ¿no tuvieron nada que decir?

En lo que sí entro es en la esperpéntica situación creada por la corporación socialista, con la que ahora ha de lidiar la popular. Nada se puede hacer desde el punto de vista legal. Están construidas 15 de las 45 plantas de la torre. Y ahora dice la Unesco que le toca a Zoido solucionar el despropósito dejado como legado venenoso por Monteseirín. Como decía Walter Brennan en Tener y no tener: las abejas muertas también pican. La abeja Alfredo (que pertenecía a la colmena socialista, no se olvide) picó viva y sigue picando electoralmente muerta. Y se fue de rositas.

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