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Fernando Ortiz

En memoria de Miguel García-Posada, poeta y crítico literario

EL poeta, crítico y catedrático en el Instituto Cervantes de Madrid de Enseñanza Media Miguel García-Posada murió el pasado miércoles en Madrid, donde residía, a los 67 años de edad. Era hombre elegante, de fina intuición poética y sólida formación filológica. Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Madrid, editó una buena edición de la obra completa de Lorca, quizá su poeta preferido, en la editorial Galaxia Gütenberg. Había nacido en Sevilla, en 1944, se sentía sevillano, y sus años sevillanos los recuerda en el primer volumen de sus memorias, titulado La quencia. Aún joven, publicó un poemario primerizo, El paraíso y las hachas, con una gran influencia de León Felipe, aunque ya demostraba su gusto y vocación por la poesía. Era un libro flojo y así lo reconocía él con modestia, pero se desquitó en sus últimos años publicando unos cuantos excelentes poemarios, de los que no se sabe si alabar más su profundidad o su versatilidad y perfección formal. En suma, un cumplido hombre de letras y, sobre todo, un excelente poeta.

Durante los años de nuestra madurez tuvimos bastante trato, porque los dos éramos jurados de los Premios de la Crítica en su Comisión de Poesía e intercambiábamos con frecuencia impresiones sobre lo que se publicaba a lo largo del año. Él conocía bien a los clásicos españoles, contemporáneos y del Siglo de Oro. Una noche primaveral en Tenerife, a la vera del mar, empecé citando un soneto de Aldana y lo terminó él, y así hicimos con muchos clásicos, riéndonos cuando a uno de los dos nos fallaba la memoria, que el otro trataba de remediarla. Tenía una memoria prodigiosa para la poesía. Luego yo dimití como jurado de esos premios y nuestro contacto fue menor aunque a veces nos veíamos en Sevilla o en Madrid. Fue crítico habitual y riguroso de la actualidad poética en diarios como ABC y El País, entre otros. Sagaz, elegante, educado, de fino trato, buen lector de Cervantes y Galdós y amigo de sus amigos. Así me gusta recordarlo en esta hora amarga. También como el exquisito articulista que escribió algunas de las mejores terceras páginas del último cuarto de siglo de ABC. En mi último libro, él ya enfermo y hace pocos meses publicado por la Diputación de Sevilla, le dediqué este poema:

A Miguel García-Posada, amigo y poeta

Te recuerdo, Miguel, los dos frente al Atlántico.

Los dos diciendo versos y en la mano una copa.

Frente al mar recitábamos algún poema clásico.

Si yo olvidaba un verso, salía de tu boca.

Luego..., qué bella aquella tercera de ABC

con amor evocando fiel la casa de Lope.

Y aunque la prensa hace escribir al galope,

tú nunca perdiste en la poesía la fe.

Y en años posteriores, más maduro y severo,

escribiste poesía con verdad en tu bastión.

volviendo a retomar de Apolo el derrotero...

Desde aquel primerizo poemario primero

-juvenil y a la sombra de Felipe el León-

la poesía ya te marcó por entero.

Adiós al amigo, al poeta, al crítico que tan generoso fue con mi poesía. A su mujer, a sus hijas, a sus familiares, aunque sea un lugar común -los lugares comunes son comunes por su inevitable repetición- mi más sentido pésame.

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