José Manuel Menudo / Profesor De La Universidad Pablo De Olavide

El modesto avance de la productividad

EN 2007 la economía española continúa con su tradicional incapacidad para compensar las compras del exterior con sus exportaciones. Al inicio de la legislatura, el Gobierno se planteó combatir este lastre con políticas que incrementasen la productividad. Una estrategia a medio plazo planteada como alternativa a la contención de precios (menos populista al incluir contenciones salariales). El resultado ha sido positivo, aunque demasiado modesto. La productividad está creciendo de forma continua (y paralela a una alta creación de empleo), pero con tasas inferiores al 1 por ciento.

La productividad viene determinada por el comportamiento de algunos elementos a analizar: la eficiencia en el empleo de los factores productivos, el progreso tecnológico y la capacidad para incorporar innovaciones del exterior, la formación, el tejido empresarial y la eficiencia de los mercados.

De ellos, el que mejor se ha comportado ha sido la inversión. Tanto la formación bruta de capital público como privado han crecido en los últimos años hasta alcanzar el 9,2 y 14,3 por ciento del PIB, respectivamente. A lo largo del tercer trimestre la inversión en equipos siguió pujante y volvió a ser el componente más dinámico de la demanda nacional, con tasas superiores al 10 por ciento. Sin embargo, el stock de capital físico aún no alcanza la media de la Unión monetaria. La fuerte creación de empleo no se ha visto acompañada de incrementos en la inversión. Así, el capital productivo por empleado permanece estancado a 16,5 puntos de la media europea desde hace 3 años.

La formación es el aspecto que ha evolucionado más desfavorablemente. El curso 2006-07 supuso la desaparición de 11.218 alumnos de Educación Secundaria, 8.431 de Bachillerato, 4.400 de Ciclos Formativos de Nivel Superior y 26.475 universitarios. El porcentaje de población con estudios superiores descendió al 37,2 por ciento sobre el total, al igual que las personas en formación continua (10,4).

En cuanto al gasto en I+D, el esfuerzo público y privado nos ha permitido un ligero acercamiento a nuestro entorno competitivo. Sin embargo, la distancia con la UE es abismal (61,3 por ciento de la media). El gasto interno en I+D supuso en 2006 el 1,20 por ciento del PIB y un incremento anual del 16 por ciento. El sector empresarial logró un alza del 20 por ciento, elevándose el número de empresas que realizan I+D un 15 por ciento.

La desigual tendencia de los determinantes de nuestra competitividad nos hace perder posiciones frente a la Unión, pasando de estar a 6 puntos de la media en 2005 a 7 puntos en 2006.

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