Visto y oído

Francisco / Andrés / Gallardo

A motor

APARECE a primera hora en Cuatro y es el programa del horario estelar del nuevo canal de Telecinco, Energy. Es estilo BBC: puedes abordar el asunto que quieras, si añades humor, historias y complicidad (también un poquito de sana provocación) hasta la física cuántica o la macroeconomía pueden convertirse en un espectáculo. Todo es cuestión de tener ganas por contar y contactar. Es el caso de Top Gear. Es un programa de coches. Sí, de motores y palabras especializadas, pero tratado con un rigor desenfadado que lo convierte en apto incluso para los alérgicos a la gasolina. No defrauda. La pública andaluza puede echar un vistazo a Top Gear para inspirarse en hacer otro tipo de televisión, como la que fabrican con solvencia los británicos. Los de los coches es una excusa para formar y entretener. Estoy seguro de que el trío de compadres que lleva el programa podría hablar de astronomía, de gastronomía o de flamenco. Crean historias y siempre intentan ejecutar un giro diferente en el formato.

Jeremy Clarkson es el comandante de Top gear. Mientras se pone al volante de un utilitario Renault o de un exclusivo Porsche va narrando sus sinceras sensaciones. Tendrá mucho de guión, pero le aceptas cualquier barbaridad. Con un perfil de Wyoming en sus tiempos de Caiga quien caiga , sus dos escuderos, James May y Richard Hammond, saben tanto o más que él, con los coches como pasión. Con los famosos hacen pruebas de pericia o de velocidad y cuentan con un especialista que pone los pelos de punta. Top Gear juega a docu-show como esas series que se nos instalan en el nuevo Discovery Max como Cazadores de mitos que hasta ahora ocupaban horarios matinales en las cadenas generalistas. Se puede hablar de coches y entretener a quienes ni siquiera tienen carné de conducir. No es un privilegio. Es imaginación y profesionalidad.

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