Tribuna Económica

gumersindo Ruiz

a ndalucía y sus circunstancias

EN la conocida frase de Ortega, nuestra personalidad se debe, por supuesto, a nosotros mismos, pero también en buena parte a las circunstancias. Algo parecido ocurre con la economía, pues los problemas actuales, y sus soluciones, responden a cuestiones propias, pero son inseparables del entorno con el que nos relacionamos. El interés de este pensamiento es doble: por una parte, romper con teorías simplistas que nos responsabilizan de nuestra propia crisis, y por tanto que debe ser nuestro el esfuerzo para salir de ella; y, por otra, para avanzar en el único ámbito en que esto puede hacerse, pues para lo malo y para lo bueno, la Unión Europea es nuestra "circunstancia".

Uno de los debates más estériles en que nos han metido es el de la austeridad. La reducción del consumo y la inversión pública y el aumento de impuestos se han presentado como la única alternativa; pero el déficit se da por una caída de la actividad que hunde la recaudación, y por los casi 30.000 millones de euros que cada año tenemos que pagar por el paro, con lo que cada vez hay más deuda. Por otra parte, con una economía tan endeudada tampoco se puede consumir e invertir, lo que nos presenta un problema sin solución, a no ser que cambiemos su planteamiento.

Se ha utilizado en estos dos últimos años un trabajo de Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff que pretendía demostrar que, históricamente, los países cuanto más endeudados están, menos crecen. Como suele ocurrir en economía, cada uno toma los datos y los razonamientos como le convienen, y este estudio ha servido para que algunos hayan atacado el papel del sector público. Utilizando los mismos datos, Michael Ash, Thomas Herndon y Robert Pollin, acaban de dejar sin fundamento el razonamiento anterior. La verdad es que nunca he prestado mucha atención a este tipo de estudios, que mezclan países y circunstancias que nada tienen que ver unas con otras. Como dice Mark Blyth en su libro Austeridad: la historia de una idea peligrosa, la acumulación de deuda en España tiene más que ver con los efectos del desastre inmobiliario y financiero, que con la glotonería del sector público; de hecho España tenía antes de la crisis una deuda pública del 35% respecto al producto, mientras que Alemania llegaba al 80%.

También está de moda decir que con salarios bajos, si la economía crece habrá aún más empleo. Este es otro ejemplo de razonamiento estéril, que parte del supuesto de que hay una relación simple entre economía y empleo, y que cuanto más barato sea éste más se contratará. Sin embargo, todos los estudios muestran que el empleo depende de la demanda de consumo (nuestra, de España, y de Europa), de la inversión, la tecnología, y la forma de producción, más que del salario y las condiciones laborales. El revolucionario cambio que acaba de hacer el gobierno norteamericano en sus cuentas, considerando la investigación y los derechos de autor como parte del producto, va en esta línea. Desechar falsas ideas y teorías con escaso fundamento es el primer paso para volver a lo práctico, que es la creación inmediata de empleo mediante inversión privada y pública en proyectos europeos que generen valor.

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