el poliedro

José / Ignacio Rufino

¿Tú tienes 'offshore' ni 'ná'?

La filtración masiva de datos de evasores fiscales sin distinción de credo ni nación es una gran noticia 'global'

ANTES de que, en la primavera del año 2000, estallara la llamada burbuja puntocom -que a una España poco digitalizada y con pocas compañías de referencia en los nuevos sectores afectó poco-, se consideraba que internet iba a construir un planeta más justo y desarrollado, en el que quedarían gran cantidad de recursos ociosos y aprovechables de forma alternativa. Una arcadia feliz y en red en el que las personas tendríamos también mucho tiempo excedentario para también convertirnos en mejores personas. Un camelo de manual, y no hace falta remitirse a hechos concretos: baste decir que el mundo no va mejor. Lo que sí ha conseguido internet y la globalización e inmediatez de contactos y transacciones que ella conlleva es acelerar y elevar a poder supremo a las finanzas (es cierto que también el conocimiento se transfiere y comparte mucho mejor y más rápidamente, aunque cabe poner en duda, como hemos hecho aquí recurrentemente, si tal mejora ha sido popular y democrática, o sea, global, o sólo ha abundado en la brecha entre dos tipos de personas: la que usan bien la información y quienes sencillamente están narcotizados y sometidos por ella). Sea como sea, si algo es internet es financiera, y si algo ha potenciado internet es la intensidad y velocidad de las finanzas. La instantaneidad de las transacciones financieras es completa. Los centros de decisión financieros son el Gran Hermano que influye decisivamente en la vida de la gente: de forma inmediata y directa. ¿Conspiranoia? Pues bueno, pues vale. Un ejemplo local: la llamada burbuja inmobiliaria española es anteriormente -y en esencia- una burbuja financiera. ¿Conocen a algún bancario que le hable en plata con una copa por delante?

La fiscalidad en su vertiente tributaria es un asunto también esencialmente financiero. Entre otras cosas, la tributación debe -o debe "de", depende si usted lo cree o lo pone en duda- redistribuir la riqueza y hacer los sitios más habitables. De los impuestos comen los estados, sus finanzas (ingresos y gastos). La evasión fiscal es un serio problema del planeta, por no hablar de la sostenibilidad de nuestros presupuestos y, también, coberturas sociales y pensiones nacionales. Resulta al hilo naif recordar aquella verdad metafórica de Adam Smith que decía que del egoísmo o la codicia del carnicero dependía que usted tuviera un filete para cenar o no. No cabe trasladar tal máxima a la codicia o egoísmo del evasor: de su trampa -que lo es- no se beneficia más que él y quienes lo asesoran.

Según la propia Asociación Española de Banca y sus anuarios, la expansión internacional de la banca se ralentizó bruscamente antes de que nadie osara hablar de "crisis", sin duda anticipando lo que estaba por venir. Sin embargo, la apertura de oficinas de representación o sucursales offshore -sonoro término enmoquetado para decir paraíso fiscal; desconfíe de los tiquismiquis terminológicos- no dejaron de crecer (sobre el volumen de los fondos privados allí desviados no sabemos nada; ahí está la clave: un paraíso fiscal es por principio opaco). El dinero salía del país; el dinero de quien tiene dinero de verdad. Se ponía a salvo, y de paso dejaba de tributar en el país donde reside el evasor. Una preguntita muy tonta para terminar: ¿para qué constituye alguien una sociedad offshore, si no es para evitar tributar? Otra tontería: intentar pagar menos impuestos será insolidario y tal, pero es lícito. Siempre, claro, que no sea ilegal. (Corolario con forma interrogante: ¿la filtración de los Papeles de Panamá es un milagro de algún dios pagano para acometer de una vez la erradicación de los paraísos fiscales, donde, ay, muchos de quienes deciden ponen sus jurdeles a buen recaudo?).

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