CON la sensación de que las cosas tienen arreglo y con los sentimientos aún hirviendo por la lección de sevillanía honda que desgranó el viacrucis de las cofradías, un nuevo paso se da en el galope tendido de la carrera que remata con la burra en la rampa y la Paz por el Parque. Con el apretón al primer tornillo de cuantos sostienen los palcos, el calendario sentimental recibe un empujón hacia lo inenarrable. Aunque abundan los detractores que han encontrado en las cloacas sociales su hábitat para llenar de mierda toda iniciativa de su desagrado, Sevilla sigue siendo fiel a su idiosincrasia. Así las cosas, la foto de cómo se instala el primer tablero y se ajusta la primera tuerca continúa siendo debidamente reflejada en las gacetas locales. Y es que dicho acto es de los más decisivos a la hora de percatarnos de que la gran celebración llama ya a nuestras puertas.
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