María Guardiola tras reunirse con Blanca Martín.

María Guardiola tras reunirse con Blanca Martín. / EP

BORJA Sémper es un chico brillante al que la exposición mediática le está arruinando la imagen. Como Remedios Amaya en Eurovisión, se fue descalzo a una playa de plástico para presentar la campaña del verano azul, y una de sus últimas ocurrencias ha sido la de minusvalorar el cargo de presidente de un Parlamento, un honor, según el donostiarra, alto, pero de escaso valor, similar al papel que juegan los monaguillos en la curia vaticana. Algo, en definitivo, que se le puede entregar a Vox sin vender el alma a la religión negacionista que practica el partido de Santiago Abascal.

En ausencia de un presidente de Gobierno electo, quien preside la Cámara legislativa es, parafraseando a Verónica Pérez, la máxima autoridad, pero de verdad. Éste es el caso de Blanca Martín, la presidenta socialista de la Asamblea de Extremadura que es la persona que va a controlar los tiempos en su comunidad durante la campaña electoral de las generales y la que acaba de encargar a Guillermo Fernández Vara que presente su candidatura los días 4 y 5 de julio. De este modo, 18 días antes de las elecciones, la Asamblea de Extremadura le servirá de ejemplo a Pedro Sánchez para alertar de los problemas que se cernirán sobre España si Alberto Núñez Feijóo tiene que contar con Santiago Abascal en un futuro Gobierno de coalición entre el PP y Vox.

El arrojo bisoño de María Guardiola, casi temerario, le llevó a creer que la mejor solución para ella sería la repetición de unas elecciones en Extremadura, por lo que no le importó que la mayoría de izquierdas de la Asamblea eligiese a una socialista como presidenta de la cámara. ¿Para qué, si como diría Borja Sémper esto es un cargo de escasa importancia?

Gracias a la elección de Blanca Martín, Extremadura no sólo mostrará la investidura de Fernández Vara casi en campaña, sino que posiblemente señalará la de María Guardiola antes del 23 de julio, lo que obligará a que el PP llegue a un acuerdo de Gobierno de coalición con Vox antes de que los españoles voten en verano.Verán, esto de los pactos del PP con Vox no supondrá un volteo en los sondeos electorales, Feijóo seguirá primero, pero su ascenso se puede ralentizar de un modo tan grave que no llegue a la cifra de los 150 escaños, en cuyo caso será preso de la voluntad y participación de Santiago Abascal en su Ejecutivo.

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