El Puerto se ha convertido en los dos últimos años en una especie de símbolo: en la puerta del camino por el que debe transitar Sevilla. La instalación de empresas punteras en sus respectivos sectores, el aumento del tráfico de mercancías y las perspectivas, aún lejos de cumplirse, que abre la zona franca lo han convertido en objeto de atención de los políticos. Olvidado por el momento el dragado en el que se habían puesto todas las esperanzas, la gestión discreta de Manuel Gracia al frente de la Autoridad Portuaria está sacando a la dársena de su largo periodo de atonía. Esta semana las instalaciones han sido visitadas por el alcalde y la presidenta de la Junta. La apuesta es clara.
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