DERBI Horario y dónde ver el Betis-Sevilla

CUANDO vi por televisión que los políticos "huían" del Congreso el pasado jueves, como si se hubiera declarado un incendio, empecé a reflexionar sobre el motivo que hubiera podido arrastrarle a un alto representante de la sociedad a perder la compostura ante los medios de comunicación allí presentes. Fue terminar la última votación de la tarde y sin solución de continuidad empezaron a deslizarse por las escaleras del hemiciclo todos los diputados como si las llamas les ardieran en los talones. Ese gesto delataba una salida despavorida provocada por una agotadora vida en sociedad. Entiendo que no corrían para pillar un puesto en la cola del cementerio para poner flores frescas en los panteones sino que salían espantados para recoger sus maletas que habían llevado hasta el Congreso y salir volando de inmediato hacia un lugar lejos del foro de la crispación. Del foro de las realidades.

Y pensé en la puerta de nuestra casa. La puerta es la frontera que nos separa de la vida en sociedad. Mire la suya por un momento: de esa puerta hacia fuera estamos obligados a ser lo que pretende la sociedad que seamos. Y de esa puerta para adentro, somos lo que en verdad queremos ser. Fuera vivimos por los demás, para los demás y ante los demás. Es la puerta que separa la realidad del sueño; de la idealización de una vida íntima de la que no tenemos que dar explicaciones ni sostener la impostura. Donde la vida se desarrolla, generalmente, en paz. Quienes están fuera de nuestra puerta inducen a que nuestra vida sea de un modo diseñado a base de sus opiniones y en muchas ocasiones la representamos en función de satisfacerles con acciones políticamente correctas. De la puerta hacia adentro vivimos nuestro sueño donde podemos representar nuestra autentica libertad.

¿Cómo conseguir que nuestra vida, tras la puerta, y frente a ella sea la misma? ¿Puede/debe serlo? Pues siendo coherentes, y valientes, para que no nos veamos obligados a ser en la calle lo que en esencia no somos en nuestra casa. Sólo seremos lo que queremos ser si no necesitamos a los demás para serlo. Pero ante semejante premisa, ya ve que también nuestra identidad se construye exponiéndonos ante la comunidad. Creo que era Virginia Wolf la que decía que empieces lo que empieces siempre acabas siendo menos de lo que esperabas. Puro orgullo porque lo queremos todo. Pero nos importa lo que dicen si crees que es verdad.

Nos comportamos así en los puentes, en los fines de semana. Las estaciones de tren, los aeropuertos estaban abarrotados. No había ni una plaza libre en el transporte y las carreteras fueron atascadas de vehículos que necesitan el cambio para coger oxígeno y poder volver al redil. En esas carreras buscamos dar ese portazo para alcanzar el equilibrio. Por eso, para vivir nuestra vida cerramos nuestra puerta al foro de las realidades. Aunque no se puede encontrar la paz evitando la vida.

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