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Crónicas levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

La sartén

PODEMOS aspira a ser un partido trasversal, que bebe de IU, del PSOE y hasta del PP, por eso no se define de izquierdas ni de derechas. Bueno, su candidata, Teresa Rodríguez, que es de Izquierda Anticapitalista, se identifica como tal, pero, como Pablo Iglesias, deja la izquierda en el terreno de su educación emocional. Es decir, que se quedan en Quilapayún, el póster del Che, los libros de Marta Harnecker y los viajes a Venezuela. Por cierto, qué gran país y qué terrible régimen, el rojo culebrón de Chávez y Maduro es banal, como el mal de Hannah Arendt. El trasversalismo de Podemos tiene forma de sartén, con el mango de los que mandan en el extremo, y en la cazuela un montón de bocaditos de diferentes colores que saltan al calor de la indignación y el enfado. Teresa Rodríguez se disputa el poder andaluz con Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, cuya visión de Andalucía se asemeja a la de los orientalistas del siglo XIX. La quieren mangonear. De vez en cuando, suelta en la cazuela alguna pimientilla colorá. Esta vez, ha sido la CUT de Cañamero y de Juan Manuel Sánchez Gordillo, que han huido desde IU en dirección a Podemos. El trasversalismo andaluz se alía con el agrarismo trasnochado para convencernos de que son unos progresistas reformadores cuando son, en el mejor de los casos, unos utópicos regresivos que buscan a un Che resucitado y se abrazaron a Maduro.

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