LOS afiliados a la Asociación de la Prensa de Sevilla pueden hoy elegir la nueva junta directiva. Compiten tres candidaturas, encabezadas por Nani Carvajal, Rafael Rodríguez y Antonio Silva. Inusitada proliferación de listas. Ahora que están en paro cada vez más profesionales de la información (y lo que está por llegar), rebrota el interés por el gremialismo. Aunque le concedamos a todos la presunción de inocencia, está a la vista la tentación de convertirlo en el podio de los personalismos.

En comparación con las asociaciones periodísticas de Madrid y Barcelona, que tampoco son un dechado de virtudes, el balance en la capital andaluza durante los últimos 25 años está mucho más cerca del provincianismo cateto que de la profesionalidad cosmopolita. Sin duda, ha mejorado en el mandato que ahora concluye, pero nadie debe instalarse en la autocomplacencia y en naderías anacrónicas. Estamos en un momento de extraordinarios cambios en la comunicación. Apasionante desde el punto de vista de la innovación, incorporando como nunca a la población en la interacción informativa para hacer periodismo de altura tanto en lo local como en lo global. Atosigante desde el punto de vista empresarial y laboral, pues aún no carbura un nuevo modelo de comercialización que sirva tanto a los peces grandes como a los pequeños. Todas las iniciativas deberían contribuir a salvaguardar y potenciar la esencia del periodismo: calidad, credibilidad, independencia, interés general.

Son muchos los temas cruciales en esta era de pavorosa precariedad laboral sobre la que se superponen socialmente masivos procesos de comunicación, conversación e información. Por eso sobran los adjetivos calificativos cuando se pide el voto en el periodismo sevillano y para ello se habla de la caseta de Feria, del jamón navideño y de buscar una sede para la asociación. Hasta el Metropol Parasol es prometido como sede. Sí, permítanme hoy ahorrarme los calificativos.