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La ciudad y los días

Carlos Colón

La sensatez de Jáuregui

ESTOY de acuerdo -en el fondo, no en la forma- con IU: sería deseable una modificación del protocolo de las ceremonias de promesa o juramento de cargos para eliminar todo tipo de símbolos religiosos, "como corresponde a un Estado aconfesional". Y lo estoy, no sólo por defender como ciudadano la independencia del Estado de cualquier confesión religiosa, que eso quiere decir laicismo según la Real Academia, sino para preservar como creyente la dignidad del crucifijo. En las tomas de posesión de los miembros del Gobierno, u otras circunstancias civiles, el símbolo más poderoso del cristianismo queda reducido a objeto decorativo, como si fuera un florero; o degradado a símbolo ya no actuante, a resto cultural de una religión vacía de contenido y convertida en protocolo o tradición; lo que el teólogo Juan Antonio Estrada llama "religión sin Dios". El destino de los símbolos cristianos sería así el de los romanos, cuando las creencias importadas de Oriente -Isis, Osiris, Mitra- llenaron el vacío dejado por una religión oficial identificada con el Estado.

Son la independencia y dignidad del Crucificado, y no únicamente las del Estado, las que exigen que no sea tratado como un adorno o un símbolo sólo protocolario y tradicional. Otra cosa es la presencia de símbolos religiosos en las ciudades o la pública manifestación de creencias religiosas a través de ritos y fiestas, cuestiones legitimadas por la historia y sancionadas por la Constitución.

Al igual que el PSOE, cuya intervención parlamentaria en el pleno del Congreso me pareció realista y ajustada, creo que hay que avanzar en la aconfesionalidad del Estado, pero "sin producir tensiones o rupturas innecesarias". Se ha definido la intervención de Ramón Jáuregui y la posición del PSOE -de acuerdo en el fondo con IU, discrepante en las formas- como hipócrita, malabarista, agresivamente laicista y antirreligiosa: son malintencionadas majaderías e interesadas tergiversaciones. Se ha llegado a comparar la propuesta y la posición del PSOE con la persecución religiosa de los años 30: es una canallesca mentira.

Afortunadamente los "come curas" y los católicos dispuestos a liarse a cristazos con ellos para defender a tiros la religión del Dios que dijo "no matarás" son hoy muchísimos menos que en los años 30. La mayoría está más por el hipermercado y el chiki-chiki que por lo que se llamó la cuestión religiosa. Y los partidos mayoritarios mantienen posiciones tan razonables como la del PSOE o la del PP que estos días está intentando distanciarse de quienes lo quieren convertir en un partido cripto confesional.

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